Marihuana medicinal

Ya sabéis que cuando no escribo suele ser porque las cosas no están muy bien. No es nada grave, pero entre todo, me encuentro un poco bajo de moral y no quiero reflejarlo aquí.

Afortunadamente, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha salido al quite para echarme una mano. Os dejo directamente con sus declaraciones y luego las comento, porque es un tema que me toca MUY de cerca:

 

 

Antes de nada, hay que acotar qué entendemos por droga: en este caso, parece referirse a sustancias que generan dependencia o adición. Y lo primero que debo decir es que esta señorita no se ha informado bien y desconoce que YA hay marihuana medicinal legal España, como el Sativex que tomo yo. Y por cierto, llevo más de tres años tomándolo y todavía no soy adicto: lo dejo durante temporadas, cuando estoy mejor, y no sufro ningún tipo de síndrome de dependencia, que como ex-fumador conozco bien.

La principal crítica que se le hace en las redes sociales es por la famosa cerveza en la plaza de Madrid que tanta repercusión tuvo durante las recientes elecciones autonómicas. Ciertamente, eso de «alcohol sí, marihuana no» es un contrasentido: son sustancias con similar potencial de adicción y el alcohol carece de los efectos medicinales de la marihuana. Es tan evidente que no voy a profundizar en ello.

 

 

«La medicina madrileña y española […] ya tienen sus cauces para que se pueda tratar a los pacientes con total normalidad intentando con el menor sufrimiento…»

Yo soy la prueba viviente de que eso es falso. De todos los tratamientos y medicamentos que he tomado, el Sativex es el que mejor me funciona.

«Es un flaco favor a la sociedad madrileña decir que las drogas vengan a sustituir nada».

Precisamente no vienen a sustituir nada, vienen a cubrir un hueco, un vacío. O en el peor de los casos, es una alternativa más para los médicos. Pero es que no es menos «droga» que los opiáceos que también estoy tomando. O que otros miles de medicamentos químicos —menos naturales— que se dispendian a diario, como los ansiolíticos, que cada vez se recetan más y pueden generar dependencia en apenas dos o tres semanas. ¿Acaso esos ansiolíticos son menos droga que el cannabis?

[…] las drogas son una condena que quitan la libertad al individuo, le quitan autonomía y son absolutamente perjudiciales […]. Me parece que es el mayor lastre que tiene una persona, el ser dependiente de ningún tipo de sustancia.

En esto estoy casi completamente de acuerdo con ella. Las drogas no son buenas y aunque no son absolutamente perjudiciales (si son medicamentos es que tienen algunos efectos buenos), depender de ellas es una putada, con todas las letras. Pero creo que peor lastre y aún mayor putada es tener que depender de ellas y no poder hacerlo porque unos políticos ignorantes las han prohibido. Porque, señora Ayuso, no hablamos de un uso recreativo, estamos hablando de un uso terapéutico, una medicina para tratar patologías, como tantas otras que cubre la seguridad social. Algunas personas las necesitamos PARA VIVIR EN UNAS CONDICIONES MÍNIMAMENTE DIGNAS.

Mucha gente confunde esto con la legalización de la marihuana en general. Muchos creen que se trata de permitir los porros. No es así. Se quiere permitir el cultivo controlado de marihuana, que será tratada también de una forma controlada, distribuida y vendida en las mismas condiciones y con los mismos (o mayores) controles que otros medicamentos, bajo receta médica e inspección sanitaria.

Marihuana medicinal

Estamos hablando de una medicina, no de fumar porros.

No hay que olvidar que muy recientemente Ayuso obtuvo la reelección con una campaña basada en la «Libertad (o comunismo)». Libertad, pero empieza prohibiendo. ¿No debería tener yo la libertad de poder consumir o no ese medicamento (siempre que me lo pauten)? Al final, mucha libertad, pero no a la marihuana medicinal, no al aborto, no a la eutanasia, no al matrimonio gay, no al divorcio… Que yo entiendo que son temas controvertidos y cada uno —por motivos religiosos o de cualquier otro tipo— tendremos nuestra opinión (que yo no critico), pero no me digas que defiendes las libertades si luego no haces más que prohibir y prohibir.

La marihuana medicinal ya está aprobada en varios países y los resultados siempre han sido positivos. No solo se están beneficiando de sus usos terapéuticos, están controlando su producción, distribución y venta, no hay delincuentes haciendo fortunas a su costa y el producto es más sano, mucho más barato (hoy cuesta 510€ el lote de 3 botecitos de 10 ml) y de mejor calidad. Todo positivo. No entiendo por qué no se quiere aprobar aquí: quizás porque es el mensaje fácil y electoralista, porque cuesta menos que explicar al votante en qué consiste exactamente. Y llegado este punto, toca arrojar la piedra al tejado del PSOE y Unidas Podemos, que son quienes gobiernan actualmente y tienen la capacidad de legalizarlo, ya que está claro que el PP no lo hará en próximos gobiernos.

Personalmente, apenas he fumado marihuana muy ocasionalmente y no me apasiona para nada. Tampoco me hacen ninguna gracia los mareos que a veces me pillo con el Sativex: más de una vez he estado a punto de caerme de la silla. Pero los dolores me están arruinando la vida,  son la peor de las consecuencias de la lesión medular, con diferencia; así que si me los alivia aunque sea un poco, bienvenida sea la marihuana, los mareos y lo que haga falta. Además, creo que es algo que va a terminar legalizándose, tarde o temprano, cuando el coste político sea menor y por algún partido de izquierdas que exhiba un poco de valor. Aunque este tipo de declaraciones no hacen sino alejar ese día, poniendo a la sociedad en contra. Cuanto antes se haga, antes dispondré de más opciones con las que probar y posiblemente vivir con menos dolor.

Termino con una encuesta para satisfacer mi curiosidad. Podéis votar lo que queráis libremente y de forma anónima. Eso sí, si estuvierais en mi pellejo, os garantizo que no miraríais más allá de la primera opción.

 

¿Legalizarías el uso terapéutico de la marihuana?

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Música: House M.D. Extended European Theme, de varios artistas
Juego: Dice Hospital, de Stan Kordonskiy y Mike Nudd

 

Aquellos de vosotros que decíais «Lagarto, lagarto» la semana pasada teníais razón, no hay que jugar con el destino, y mucho menos yo, gran aficionado a los juegos de azar y acostumbrado a que los hados me sean esquivos. Las veleidosas Moiras nunca se han mostrado generosas conmigo, así que ¿qué esperaba yo conseguir al vanagloriarme de mi mes sin infecciones? Las hacendosas pero implacables parcas cogieron mi récord absoluto, mi Bob Beamon, mis Juegos Olímpicos de México 1968 y mi actitud de hombre sano chulito y me lo tiraron a la cara. Sin pensarlo dos veces.Sección sobre mi estado de salud

Y hala, otra vez volvía a ser un infectado. Peor aún, en Urgencias ignoraron mis ruegos y mi labia, y me ingresaron en el hospital. Toma ya. Para que vuelvas a sacar la lengua a pasear, bocachanclas.

Lo cierto es que han pasado un par de cosillas interesantes durante mi hospitalización, pero son un rollazo y difíciles de explicar, así que para intentar manteneros enganchados hasta el punto final, voy a contaros esta historia que, siguiendo los cánones más clásicos de la narrativa convencional, divido en protohistoria, Urgencias, hospitalización, parte sabrosa y postre. Y como toda buena historia digna de ser contada, debemos comenzar por la proto… ¡por la hospitalización!

Resulta que había «algo raro» en mi infección y por «eso raro» que había decidieron ingresarme. Ese «algo» era una fiebre inusualmente alta para una infección de esa envergadura, así como un «tembleque» que me daba porque sentía mucho frío.

Cuando pregunté al médico de planta por «eso raro», me dijo que se debía a mi sistema de termorregulación, que funciona mal por mi lesión medular, como ya sabíamos, y que para eso no se podía hacer nada. Después de este revelador diagnóstico que nadie esperaba, sin prueba ni tratamiento alguno, le pedí que puesto que no se podía hacer nada respecto a la temperatura y lo otro era una infección de orina de manual de texto, me diera el alta. El médico me respondió que no, porque había «algo raro».

Bill Murray en El día de la marmota

Primera amenaza mundial de bucle infinito. Imaginad una eternidad viendo a Bill Murray. Brrr…

Si me habéis seguido hasta aquí, os habréis dado cuenta de que corría un serio riesgo de entrar en un bucle infinito, y como bien sabéis, los bucles infinitos amenazan con rasgar el delicado velo de la realidad espacio-tiempo de nuestro planeta, así que por el bien de todos, decidí dar por zanjado el tema y aguantar en el hospital a que saliera el resultado del cultivo (me debes una, planeta).

El problema térmico consistía en que en los dos primeros días, al volver a la cama después de haber pasado un tiempo considerable sobre la silla, me aumentaba la temperatura un grado o más en apenas unos minutos. Teniendo en cuenta que ya estaba con fiebre, lo pasaba bastante mal durante horas. Y mirando, es bastante posible que el propio día del ingreso sufriera el mismo proceso, porque recuerdo haber sufrido una rápida subida de la temperatura. A mí todo este asunto me preocupaba bastante más que la infección; no es que temiera sufrir una combustión espontánea, pero es algo que da miedo. Ya sabéis lo que me dijo el médico, y en el informe final no aparece ni mencionado.

Ha llegado el momento de contaros la protohistoria, para la cuál debemos retrotraernos en el tiempo. El lunes, ya encontrándome mal en Viana, mi hermano (el ingeniero con máster en Columbia) llevó un cultivo de orina al hospital y acto seguido me tomé un antibiótico que el urólogo me había recetado cada 10 días. Los cultivos —que tardan de 2 a 4 días— se toman para saber qué bacteria provoca la infección y cuál es el mejor antibiótico para combatirla. Ese mismo día por la tarde me empezó a subir la fiebre de forma repentina y no me quedó más remedio que hacer caso a mi grupo de asesores más cercano y llamar a Urgencias.

Tom Cruise y Emily Blunt en Al día del mañana

Segundo bucle infinito del planeta; afortunadamente, Tom Cruise pasaba cerca con un arsenal de 200 megatones

En Urgencias quisieron hacerme un análisis de sangre y un cultivo de orina. Les respondí que mi hermano había llevado un cultivo mío esa misma mañana, pero me dijeron que el protocolo requería uno nuevo. Les expliqué que el nuevo cultivo iba a dar resultado negativo (es decir, que no hay infección) porque había tomado un antibiótico. Me dijeron que muy bien, pero que el protocolo requería un cultivo. Ante un arsenal dialéctico de semejante calibre, no cabía sino rendir el exquisito elixir de mi vejiga para [mal]gastar el erario público en un segundo cultivo.

Y toca la parte sabrosa de la historia, para lo cual debemos adelantarnos en el tiempo hasta que llegaron los resultados del cultivo. Adivinad qué resultado fue: negativo. Llegados a este punto, el bucle temporal no pudo aguantar más y reventó, dividiendo nuestra historia entre

  • Lo que dicen que pasó (lo que dicen)
  • Lo que yo creo que pasó (lo que digo)
  • Lo que probablemente haya pasado (la realidad)

El médico no supo decirme qué cultivo de los dos era. Su diagnóstico es que el cultivo salió mal, que sí tenía infección, y para saber el bicho protagonista de la infección, miró el último cultivo que dio resultado positivo, que es el de hace… ¡dos meses!

Yo creo que el primer cultivo se perdió (como ya pasó en otra ocasión) y el segundo salió negativo (evidentemente, por el antibiótico). Creo que el diagnóstico médico es como esos tiros que te sacas en baloncesto cuando se acaba el tiempo, estás en tu cancha, y tienes a un gigantón superhormonado delante de tus narices: si aciertas es de casualidad. Pero seguramente acierte, porque el antibiótico que me ha recetado es muy potente y puede matar a muchas bacterias. Creo que que los picos de fiebre quizás se deban a una insolación, que al ser lesionado medular, puede tener efectos algo extraños.

Abducción extraterrestre

Explicación más plausible de lo sucedido

Pero lo más probable es que ambos cultivos hayan salido bien y no se trate de una infección, si no de la tan temida abducción extraterrestre. Me abdujeron en tres días consecutivos, cuando estaba solo, para estudiar a un varón típico de la raza humana de cara a una futura invasión en un día no especificado. Esta conjetura explica satisfactoriamente todos los síntomas y acontecimientos, ya que los picos de fiebre repentinos serían las huellas térmicas que dejan los métodos de transmisión de materia extraterrestres. Esta teoría es más sensata que la del médico.

Por fin hemos llegado al postre, que consiste en el regalito que me llevo de esta visita al hospital. En alguna de las visitas anteriores me quejaba de lo mal adaptado que estaba el cuarto de baño. Uno de los problemas es que entre el agua gélida y agua al borde de la ebullición apenas hay 5-10 grados de giro del grifo. Grifo que además está muy mal colocado, y es muy fácil que un discapacitado lo toque sin querer. Y es que el agua puede salir muy, muy caliente, mucho más de lo que parece razonable desde un punto de vista sanitario. Y eso es lo que pasó, solo que al no tener sensibilidad, no me di cuenta de que mientras me enjabonaba, el agua de la ducha me estaba escaldando la pierna. De hecho, no me di cuenta hasta que, ya de vuelta en la cama, una parte de la pierna derecha estaba muy, muy roja.

Pedazo de quemadura

Mi quemadura no es cosa menor; dicho de otra forma: mi quemadura es cosa mayor

Llamé a las enfermeras y no vino nadie. Esperé… Insistí una, dos… muchas veces, y seguía sin venir nadie. ¡Qué mala suerte! Cuando llamaba para bobadas venían enseguida, y ahora que las necesitaba de verdad… Cuarto de hora después, me puse a gritar como un descosido y vinieron todas las enfermeras de la planta con cara de susto. Les expliqué que me había quemado y ellas se pusieron a reír, diciendo «¡Qué susto! ¡Creía que te habías caído! ¡Menos mal!», a la vez que todas ellas se iban marchando. «Jopetas», pensé yo, «Ojalá me hubiera caído, bastaría con levantarme… Eh… Oye, ¡que se han ido todas!». «¿Y mi pierna?», grité. Con lo que costó que vinieran y ahora se van todas sin curarme…

Y si habéis llegado hasta aquí, enhorabuena y… ¡Punto final!

Música: Cantina Band, de John Williams
Juego: Discoveries, de Cédrick Chaboussit

 

Sección sobre mi estado de saludEstoy enfermo. No sé qué me pasa exactamente porque no tengo sensibilidad y los síntomas se confunden, pero noto que mi cuerpo está mal. También han regresado los dolores neuropáticos, pero a pesar de todo, logro mantenerme activo. Ya solo estar fuera del hospital es una alegría y además he podido hacer muchas cosas, algunas de ellas nuevas y emocionantes, como ir al teatro o salir a comer fuera. También me estoy adaptando mejor a la casa de mi madre y la casa a mí; la silla me permite maniobrar y moverme mejor y se me han abierto nuevos espacios. Y por supuesto, la compañía de la perrita cuando tengo que estar en casa siempre transmite alegría.

Foto con perra y silla

Dos de mis amores: la perrita y la silla

La semana pasada os estaba hablando de ASPAYM. Confirmo la impresión de mi primera visita: todos —empleados y pacientes— son simpáticos y amables. Todo el mundo te saluda y los que te conocen se paran para interesarse por ti, darte consejos, o ayudarte de alguna forma. Preguntas algo y si hace falta, se levantan y buscan a quien sea hasta conseguirte la respuesta. En concreto, la gente del PIRI es encantadora; siempre están danzando de un sitio a otro de la delegación de ASPAYM y cada vez que se cruzan conmigo se paran a charlar, a bromear, a proporcionarme alguna información interesante o a presentarme a alguien que me puede ayudar, siempre con una sonrisa en la boca. Gracias a ellos, las dos veces que he ido a ASPAYM he llenado mi agenda con nuevas cosas que hacer.

Sección sobre rehabilitación y fisioterapiaPero yo había ido para hacer fisioterapia y debo decir que la primera impresión fue fantástica. Llevaba dos meses sin hacer ejercicio y tenía muchas ganas; disponen de un gimnasio excelente, con material comparable al del hospital de Toledo, y bastante personal. No voy a seguir porque parece que solo quiero decir cosas buenas; esperaré a tener más experiencias que juzgar.

Sección sobre mis experiencias en los autobusesLos autobuses y yo tenemos una sinergia especial, porque siempre que subo me pasa algo. Este último lunes fui a ASPAYM por tercera vez y me despisté en el primer autobús. No es que me pasara una o dos paradas; me salté ocho o nueve. Y no me pasé más porque llegó el final de la línea. En el segundo autobús no conocía el entorno, me entró miedo de pasarme de nuevo y me bajé antes de lo que tocaba; tuve que recorrer un kilómetro rodando con la silla.

Miguel como Murdock

«MA, te juro que no estoy loco. ¿Verdad que no, señor Calcetín?»

La buena noticia es que pude hacerlo gracias a la silla nueva. La mala es que fui demasiado rápido porque llegaba tarde y acabé reventado, asfixiándome en el gimnasio, con la consiguiente crisis de ansiedad. Por bruto, no me dejaron hacer más ejercicios y al día siguiente me enviaron a un psicólogo a casa a ver si podía arreglar mi cabeza.

Además, mientras iba rodando con la silla, tuve un problemilla al cruzar una calle: se me salió un pie y quedó atascado entre la parte baja del reposapiés y

I Want to Believe

Seguro que hay una conspiración en alguna parte

el bordillo, de forma que no me dejaba avanzar ni retroceder. Una chica que dijo ser fisioterapeuta detuvo su coche para ofrecerme ayuda. Resultó ser una amiga y profesora de pilates de mi prima, y me reconoció sin haberme visto ni siquiera en fotos. ¿A vosotros os pasan estas cosas tan raras?

Los conductores de los autobuses son muy amables, pero una vez estás dentro, se olvidan completamente de ti y reanudan la marcha. Hay que ser rápido y avispado para llegar hasta tu sitio y colocarte en una posición segura o acabas volcando. Otro problema con el que me he topado —del que ya me advirtieron unos amigos que hice en ASPAYM— es que no todos los autobuses tienen rampa para discapacitados —o la tienen pero no funciona— y no hay forma de saber cuáles no son accesibles con antelación. Tienes una cita, pero cuando vas a coger el autobús, no puedes subir y te toca esperar al siguiente (o a veces dos), y llegas tarde a la cita, que podría ser importante. Me parece bastante grave: deberían avisar con tiempo para que los discapacitados no tengamos que acudir a cada cita media hora antes solo por si el autobús de turno no tiene rampa. Imaginad que este problema afectara a todo el mundo; ¿no pondríais el grito en el cielo?

Push Girls

¿Verdad que las sillas de ruedas enamoran?

La silla nueva me está dando la vida. Lo confieso: estoy enamorado de ella. Tiene unas formas tan redondeadas… Una silueta tan estilizada… Es tan perfecta… Bromas aparte, además de caber en los ascensores, maniobrar con gran suavidad y ser más fácil de desmontar, me permite moverme con mucha más facilidad. Todavía debo aprender a controlar mis ansias, pero donde antes no llegaba a los doscientos metros, ahora puedo hacer kilómetro y medio. En casa ya no me despellejo los dedos al cruzar los umbrales, etc.

Me encanta estar activo y hacer cosas. Por ejemplo, la mañana del jueves (que es cuando estoy escribiendo este párrafo), después de las dos horas de sondajes/ducha/vestirme, acompañé a mi madre al nutricionista, fui a la farmacia, a mi banco, acompañé a una amiga que necesitaba ayuda a otro banco, fui a comprar una tarjeta de autobús y me monté en uno para cruzar la ciudad y acudir a mi cita con el rehabilitador en el Río Hortega. Con la silla anterior no podría haber hecho ni la mitad. Ahora estoy un poco cansado y con los dedos doloridos, pero muy satisfecho. Cada vez necesito menos ayuda para hacer las cosas. Son pequeñas victorias que voy consiguiendo. Y ya tengo planes para todas las mañanas y tardes de los cinco días siguientes.

Botas de cordones

Renovando el vestuario

Y hablando de pequeñas victorias, ¿recordáis cuando os hablaba de las zapatillas de cordones? No solo logré obtener bastante soltura para atarlos, decidí dar un paso más y comprarme unas botas (de cordones, por supuesto). ¡Pues prueba superada! Ya me manejo bastante bien para ponérmelas. Además, como no voy a gastarlo andando, puedo permitirme invertir un poco más en el calzado. Mi hermano me dice que me complico la vida innecesariamente con estas cosas, pero no me gusta ponerme límites y creo que estos esfuerzos me ayudan a conseguir soltura.

 


Música: The Thing That Should Not Be, de Metallica
Juego: Fearsome Floors, de Friedemann Friese

 

Sección dedicada a acontecimientos extraordinarios¡Hola, hola! Ya estoy aquí de nuevo. No sé si cada vez soy más pesado, me enrollo más o qué, pero no dejan de pasarme cosas que me parecen dignas de mención.

Empiezo con la historia del fugitivo que os prometí en el grupo de WhatsApp: la planta del hospital en la que estaba ingresado es temporal, así que en la sala de espera no tienen máquinas de agua ni de refrescos.

Miguel Kimball

El nuevo fugitivo; ¿notan el parecido con el anterior?

Richard Kimble

El fugitivo [cuasi]original, Richard Kimble

Cuando vino a verme un amigo, subimos a la sala de espera de la planta de arriba para tomar un refresco no calórico. Estábamos tan tranquilos dando buena cuenta del mismo cuando aparece un guardia de seguridad preguntando por un tal Miguel García, al que «medio hospital estaba buscando». No hacía falta ser muy listo para darse cuenta de que la había liado parda. Estuve a punto de hacerme el sueco, pero solo habría empeorado la situación, así que me rendí ante la autoridad. Resulta que una auxiliar fue a mi habitación y al no encontrarme, me estuvieron buscando por toda la planta. No me vieron, así que revisaron el vídeo de seguridad de toda la mañana, y ahí aparecía yo saliendo por la puerta tranquilamente, con mi silla de ruedas y mi pijama del Atleti. Se alarmaron, llamaron a seguridad y los guardias de todo el hospital empezaron a buscarme. Habría sido más fácil llamarme por teléfono, pero estamos en España y eso habría requerido pensar un poco. El caso es que estuve toda la mañana recibiendo broncas, hasta que cambió el turno y las recién llegadas pasaron de las broncas a reírse de mí. Cuando al día siguiente pedí permiso para subir a por una botella de agua, me miraron muy, muy mal.

Fugitivo en Bruselas

Otro fugitivo, más cansino y demagógico; adviértase la patente diferencia de clase respecto a los anteriores. Solo dos de los tres han logrado hacer la Ruta de Kessel en menos de 12 pársecs

Sección sobre mi estado de saludDebo confesar que he tenido momentos bajos. Llevo mes y medio en Valladolid y he pasado ingresado casi la mitad del tiempo (más los nueve meses seguidos de hospital que traía en las maletas). Lo mejor que puedo decir es que a la semana me dieron el alta para seguir el tratamiento en casa y, aunque los antibióticos me dejan hecho polvo y tener una sonda permanente es un engorro, por lo demás me encuentro muy bien.

El momento estelar de la semana fue cuando llegó mi silla nueva. Estaba nervioso, porque había ido a dos ortopedias y en las dos me habían aconsejado que no me comprara esa silla, que era demasiado activa para mi lesión. No era un simple capricho, lo había mirado a fondo, pero estaba aterrado ante la posibilidad de que tuvieran razón y no me sirviera: habría desperdiciado un pastizal y destrozaría las tremendas ilusiones que había alimentado durante los últimos tres meses. Sin embargo, en cuanto la probé, mis temores se disiparon; de hecho, el especialista de la ortopedia, al verme maniobrar con ella, me dijo que yo tenía razón, que había elegido bien. No obstante, debo decir que el trato que me han dado ha sido espectacular. Antes de comprar, pregunté en TODAS las ortopedias de Valladolid y elegí esta no solo por el precio, también porque se veía que el especialista conocía bien el producto por el que pregunté y era amable. Acerté de pleno. No se han limitado a darme la silla con las especificaciones que le pedí, me lo han mirado todo al detalle para que se adecuara a mis necesidades (y no os imagináis la cantidad de posibles configuraciones que tiene una silla de este tipo). Para mí, es importante tener una ortopedia de confianza, en la que sepa que hacen las cosas bien, aunque me pille en la otra esquina de la ciudad.

Cthulhu

El ser que no debería existir original

También notaréis que la silla no tiene respaldo rígido. Es otra de las cosas que no me aconsejaban (mis otras dos sillas tienen el respaldo rígido). Este es de tela, así que pierdo en estabilidad y apoyo del tronco, pero gano en ligereza y facilidad de montaje. Puedo cambiarlo más adelante, pero de momento estoy contento (y todavía no me he caído). En conjunto, la silla es una pasada; tengo que probarla más fuera de casa, pero es más rápida y gira con una facilidad increíble. Comparada con la otra (a la que a partir de ahora me referiré como «antigualla»), esta anda sola. Es casi como si fuera un producto diferente. Sé que la marca de la antigualla fabrica sillas mejores, pero acaba de ser borrada de mi lista de opciones por producir algo que nunca debería haber existido (como aquellas polémicas viviendas de protección oficial de 30 metros de la ministra Trujillo de hace una docena de años).

Ahora que veo lo buena que es la nueva, descubro lo realmente mala que es la antigualla. No me gusta mencionar nombres ni marcas, pero esta vez voy a hacerlo para que si alguna vez llega hasta sus ojos, se ahoguen bajo el peso de su propia ignominia: Señores de QUICKIE, hay mínimos que deberían respetarse. La vergüenza que sentís para ocultar esa silla en vuestro catálogo online la perdéis repentinamente cuando se trata de vendérsela a la Seguridad Social.

Leticia Sabater

Otro ser que no debería existir, posterior, pero no menos terrorífico

Hace mucho frío y tengo el recuerdo de los hospitales demasiado fresco como para andar probando demasiado, pero ya he comprobado que mi radio de acción ha aumentado; ya veremos hasta qué punto. No obstante, es más peligrosa y debo tener cuidado. También estoy probando otras cosas; os las contaré más adelante, cuando cristalicen. Pero lo cierto es que estoy emocionado con mi nueva silla, así que seguro que la próxima vez os doy más la tabarra.

¡¡Por fin he podido retomar la fisioterapia!! Después de tres lunes consecutivos cancelando la cita por mis ingresos en el hospital, pude acercarme a ASPAYM. Está a cinco kilómetros de mi casa y me lleva una hora y dos autobuses llegar hasta allí.

Sección sobre mis experiencias en los autobusesEl trayecto también fue accidentado: en el primer autobús, vi un hueco y me lancé todo confiado con mi nueva silla hasta el puesto del conductor para pagar; todo salió a pedir de boca, hasta que, cuando retrocedía marcha atrás hacia mi sitio, el conductor pegó un buen acelerón y la siempre traicionera inercia hizo que mi silla volcara hacia atrás con tanta fuerza que ni siquiera las ruedas antivuelco me salvaron de la caída. Todo el autobús saltó hacia mí para ver si estaba bien y el conductor paró enseguida para interesarse; una vez más, mis reflejos me habían salvado de un buen golpe, ya que logré subir la cabeza y la caída no tuvo mayores consecuencias. Entre todos me ayudaron a retomar la verticalidad, a mí y a la silla; los pasajeros se portaron de maravilla.

Material de seguridad

Mi próxima adquisición en la ortopedia

Lo curioso es que en el segundo autobús también sucedió algo: estaba tan tranquilo en mi sitio cuando, al tomar una curva cerrada, mi silla empezó a deslizarse hacia fuera; me agarré a una barra como si la vida me fuera en ello (afirmación que bien podría haber sido cierta) y la cosa no fue a más. Supuse que se me habría soltado algún freno, pero no, la silla estaba completamente frenada. El conductor, que se había percatado por el retrovisor interno, paró, se acercó a ver cómo estaba y, también muy solícito, me dio algunos consejos para evitar ese tipo de cosas. Ya os lo dije la otra vez, pero sigo maravillado con la amabilidad de la gente. En cualquier caso, he batido mi récord: tres semanas y pico sin caídas (tiene truco, ya que dos semanas y el pico lo he pasado en el hospital). Ahora empezamos a contar de cara a un nuevo récord.

Debo ser imbécil, pero a mí todas estas cosas me encantan (seguramente mi opinión sería otra si me hubiera abierto la cabeza). Me recuerdan a las aventuras que vivía en mi imaginación cuando jugaba al rol, descubriendo cosas nuevas.

En definitiva, que desde que salí del hospital, llevo una semana excelente, casi sin dolores, en la que solo me han pasado cosas buenas. Como decía Andrés Montes, el gran comentarista de baloncesto ya fallecido: la vida puede ser maravillosa.

 

 

 

 

 

Música: Yesterday, de The Beatles
Juego: JAB: Realtime Boxing, de Gavan Brown

 

A golpes con la vida

Poesía en estado puro

Tras diez días hospitalizado, salí con tratamiento de antibióticos para media docena más. Al acabar estos, disfruté de un fin de semana estupendo, pero el lunes estaba de vuelta en el hospital con una sepsis. La vida te da, y la vida te quita. A llegar a casa de mi madre comenté que era duro prepararse durante siete meses para algo y luego encontrarse con otra cosa diferente. Pero para esto no estaba preparado. La vida te tumba y cuando consigues levantarte, vuelve a derribarte de un revés. No puedo evitar preguntarme si toda mi vida va a ser así; tengo una lesión medular alta y soy muy propenso que me pasen este tipo de cosas. ¿Tendré que vivir en una burbuja de cristal?

Sección sobre mi estado de saludCómo decía, esta vez el diagnóstico es una sepsis, o infección grave. Como había tomado antibióticos el mismo día del ingreso, los cultivos han salido negativos y no saben de qué bacteria o virus se trata. He reaccionado bien al antibiótico que me han puesto: apenas presento síntomas y la fiebre ha desaparecido. Como además el hospital está lleno y, al fin y al cabo, puedo seguir un tratamiento de antibióticos en casa, es probable que el lunes me den el alta. Eso sí, el tratamiento en casa va a durar un mesecito, y durante todo este tiempo me acompañará una sonda permanente. Solo me toca esperar un par de días más en el hospital y la verdad es que me encuentro bien, muy débil por culpa de los antibióticos, pero bien; apenas presento lo que denominan «crisis de ansiedad» poco frecuentes.

De nuevo en el hospital

De nuevo con el uniforme oficial del Atleti (por cierto, es rojo, no rosa)

Odio ver la vida desde el banquillo, especialmente este fin de semana. Además, es la tercera vez que llamo ASPAYM para anular la cita con el gimnasio. Es la segunda vez que me llaman del autoescuela para completar unos trámites y probar su vehículo adaptado y tengo que responder desde el hospital. Parece una bobada, pero también me fastidia tener que suspender la renovación de mi vestuario.

Ya que hoy es día de rajar y en el hospital no pasan muchas cosas interesantes, os voy a hablar de las ayudas para los discapacitados. Son lo contrario que las meigas: existir, existen, pero haberlas… He intentado optar a las que he visto, pero a la hora de evaluar los requisitos, siempre había uno que me dejaba fuera. Tengo una lesión medular muy grave, el porcentaje máximo de discapacidad y gran invalidez para trabajar, pero no soy apto para recibir ninguna subvención. Me recordó a la época en la que inicié mi actividad laboral como autónomo: estuve buscando subvenciones, pero al final no me beneficié de ninguna. Y he llegado a la misma conclusión que llegué entonces: la subvenciones están diseñadas para que nadie se beneficie de ellas. Solo que ahora me ha sentado mucho peor que entonces; yo tengo ahorros para costearme el material que necesito, pero otra persona que haya vivido un poco más justo que yo lo pasaría muy mal.

Por acabar con un pensamiento positivo, yo que siempre he tenido un concepto bastante negativo de la humanidad en su conjunto, me estoy viendo obligado a cambiarlo. Para empezar, la lesión me ha permitido conocer a una persona excepcional. Además, como ya dije en una entrada anterior, no deja de sorprenderme lo atenta que es la gente con los discapacitados; y lo que es mejor, no solo te ayudan, lo hacen con una sonrisa y así no te sientes tan mal por necesitar su auxilio.

Música: A Whole New World, por Lea Salonga y Bard Kane
Juego: Terra Mystica, de Jens Drögemüller y Helge Ostertag

 

Hola a todos. No pensaba escribir tan pronto, pero ha ocurrido algo inesperado y voy a aprovechar para comentar todo lo que tengo pendiente.

Aparcamiento para minusválidos

¡Chúpate esa!

He realizado varios recorridos por la ciudad y debo decir que Valladolid es una ciudad bastante accesible para los discapacitados; me refiero a las infraestructuras, no a los edificios. Las aceras son anchas, los pasos por los bordillos tienen doble rebaje y la ciudad es eminentemente llana. Las zonas periféricas están un poco peor.

Sección sobre mis experiencias en los autobusesTambién he subido un par de veces a los autobuses. Casi toda la flota es accesible, pero aunque el sistema es sensiblemente mejor que el de los autobuses de Toledo, dista mucho de ser perfecto. Entramos por una rampa desplegable de la entrada trasera, así que el conductor debe vernos para desplegarla. Además, para pasar la tarjeta o pagar el ticket hay que llegar hasta la entrada delantera y eso es imposible a nada que haya un pasajero de pie. Luego está el tema del espacio para maniobrar, que no tiene una solución sencilla, y la estabilidad en las curvas, que han solucionado colocando un par de cinturones. No son grandes problemas a nivel de efectividad, pero sí te hacen sentir un poco como un bicho raro.

También os comenté que estaba haciendo muchas cosas para mantenerme activo: muchas quedadas para tomar chismes, un par de películas en el cine, varias sesiones de juegos de mesa, un cumpleaños en un sitio muy accesible, el blog, la autoescuela y toda una serie de trámites interminables tanto para mí, como para la señora que ha venido a ocuparse de mi madre. Esto me sirve tanto para mantenerme activo como para sentirme útil. Apenas tengo tiempo para ver series o películas y creo que eso es una buena señal.

Acción mutante

“La sociedad nos trató como mierda y ahora les vamos a dar por el culo.” Acción mutante

En cuanto al cine, las plazas para minusválidos están en las zonas de acceso de los espectadores: detrás de la última fila, por lo que molestas a los espectadores que entran y es complicado ponerte al lado de tus amigos, o delante de la primera fila, que además de todo lo anterior, te dejas el cuello y fastidias a los dos o tres que tienes detrás, que están más bajos que tu silla de ruedas.

Lo que más me ha gustado desde el último mensaje ha sido la visita a ASPAYM. Antes de ir, ya sabía que me iba a hacer socio, a pesar de que me pilla a cinco kilómetros de casa, pero además me ha encantado. Tienen unas instalaciones espectaculares y la gente es encantadora. Ahora es un motivo más para sacarme el carnet de conducir.

Sección sobre mi estado de saludPor último, llevaba dos semanas con dolores cada vez más intensos, que además me provocaban rigidez muscular y espasmos. El jueves la cosa se puso un poco fea, así que mi hermano me llevó a Urgencias. Después de hacerme unas pruebas, decidieron ingresarme en el hospital. Hoy me encuentro un poco mejor y no parece tratarse de algo grave, así que soy optimista. Además me han metido en una habitación individual con el baño adaptado, así que estoy muy cómodo. Esta tarde me han dejado levantarme por primera vez y no me ha sentado mal. Me acuerdo de la última vez que estuve aquí y soy capaz de apreciar lo mucho que he mejorado, incluso estando mal, como estoy ahora.

No me quiero despedir sin daros las gracias. Tengo la suerte de tener una familia y unos amigos increíbles.

Baño adaptado... a medias

Baño adaptado… a medias

PD: Después de probar el baño, debo decir que la adaptación es una castaña. Solo vale para discapacitados bastante capacitados, que en realidad no necesitarían adaptación. Además, se nota que el personal no está acostumbrado a tratar con lesionados medulares, por muchos detalles. Pero lo importante es que me encuentro mejor, y a lo demás nos vamos acostumbrando poco a poco.

Música: Running Free, de Iron Maiden
Juego: Dream Home, de Klemens Kalicki

 

 

Ya llevo tres semanas en Valladolid. He dejado pasar todo este tiempo no porque no hubiera cosas que contar, que las hay y muchas, sino porque quería ofreceros una visión más madura. Por eso, me vais a permitir que esta vez me enrolle más de la cuenta.

Sección sobre mi estado de saludCuando llegué tenía muchos dolores y aunque no han desaparecido, he mejorado bastante, al menos hasta hace un par de días. Lo que tampoco ha desaparecido es la asfixia que me invade en cuanto hago algo de ejercicio físico. No sé si será algo temporal o va a ser mi compañera de por vida. Ya me he comprado pesas, pero no puedo usarlas en esta cama tan blanda y pequeña. Todavía no he empezado con la fisioterapia, pero lo haré pronto, porque creo que me vendrá bien.

Sección sobre las obras de adaptación de mi casaMi hermano está adaptando mi casa, las obras pendientes son considerables y parece que se van a prolongar. De momento, estoy viviendo en casa de mi madre. No es fácil: la silla no cabe en los baños, ni debajo de las mesas (debo comer a un metro de la mesa, inclinándome y sujetándome con una mano mientras uso la otra con el cubierto), no puedo acceder a la mitad de la casa y la otra mitad es tan estrecha que me dejo las manos en forma de rozaduras, casi toda la comida (en el frigorífico o estantes) está fuera de mi alcance, tengo un tercio de armario y solo puedo acceder a él de perfil, no tengo ropa de invierno (se quedó en mi casa), debo abrir la puerta del ascensor con una mano mientras entro marcha atrás, y arreglármelas para mantener la puerta abierta mientras saco los pies de los reposapiés y los desmonto… y toda una larga serie de incomodidades. Procuro pedir el mínimo de ayuda posible, tanto por los demás como por mí, pero sin mis hermanos no habría sobrevivido.

Mi casa

Mi casa a día de hoy

Pero quizás lo más duro de todo sea que después de haberme dejado la piel durante tantos meses para recuperarme y ser autónomo, regreso y me encuentro con todo esto. Sé que ya me habían avisado de que el choque con la realidad sería duro y que todo mejorará cuando tenga mi casa adaptada.

Sección sobre mi incapacidad de obtener el carnet de conducir

A pesar de los pesares, procuro mantenerme todo lo activo que puedo. Lo que me queda de las mañanas tras las abluciones diarias lo invierto en los diversos papeleos, burocracias, médicos y las muchas cosas que tengo pendientes. Las tardes procuro dedicarlas a quedar con la gente y al ocio, y el tiempo que me sobra, al blog, y más adelante, a la autoescuela (y luego al trabajo, quizás).

Señales imposibles

¡Suspenso!

Porque, hablando de autoescuela, me he matriculado en La Antigua, la que me dijisteis. Allí son mucho más majos y es un pelín más barato. El coche que tienen dispone de adaptaciones diferentes a las de Toledo, con lo cuál no solo tendré que aprender un trazado urbano diferente, sino que tendré que hacerme a un nuevo sistema de conducción; sin embargo, yo lo prefiero así: será más difícil, pero el día que me compre un coche sabré mejor qué tipo de adaptaciones me convienen. Después de dos meses y medio sin hacer tests, he descubierto que se me han olvidado muchas cosas, así que debo ponerme pronto con ello para demostraros vuestro error a los que todavía no creéis que voy a sacarme el carnet (no puedo culparos después de veinte años dándoos motivos para dudar).

Kuschall K-Series Carbon

Mi futuro medio de transporte

Pero lo que más ilusión me hace es la nueva silla de ruedas, aunque también me da un poco de miedo. Ya la tenía elegida y pensaba encargarla en una ortopedia de Toledo, pero estando aquí, me da pereza volver para encargarla y luego para recibirla (y si luego tengo algún problema, será un rollo resolverlo allí). Llamé a todas las ortopedias de Valladolid y me he quedado con la que me ofrecía más confianza; está en la otra esquina de la ciudad, pero la otra esquina de Valladolid sigue estando más cerca que Toledo. Un amigo me acercó esta semana y tras la valoración previa, ya tengo un presupuesto, que estoy revisando; espero poder encargarla esta misma semana. Se trata de una silla especial, que hacen a medida, para gente muy activa, por eso el especialista de aquí me ha recordado amablemente que no es recomendable para pacientes como yo (se supone que los que tienen lesiones como la mía no pueden/deben moverse mucho).

Profesor Charles Xavier

Mi yo futuro, cuando pierda el pelo, desarrolle poderes mentales y me cambie el nombre a Carlos Javier

Ya sabía que Valladolid era una ciudad accesible para los discapacitados; no solo es muy llana, sino que tiene fama de ello. Pero lo que me ha sorprendido es lo increíblemente amable que es la gente con los que vamos en silla de ruedas; todavía no he tenido que pedir ayuda a nadie, pero me la han ofrecido en innumerables ocasiones. Y si digo esto esto de los desconocidos, qué voy a decir de vosotros, que ya sabéis lo poco que me gusta pedir ayuda y lo cabezota que soy.

Como contrapunto a esto, algunos sabéis que en diciembre finalizaba el plazo legal que se tenía para hacer accesibles todos los edificios, públicos o privados. En este caso, sorprende que prácticamente nadie haya hecho caso de ello.

Finalmente, lo mejor de todo ha sido poder veros a muchos de vosotros ya no solo fuera del hospital, sino en el entorno y ambiente habitual. Tenía muchas ganas.

Feliz año a todos y una vez más, muchas gracias, esta vez no solo por vuestro apoyo, también por vuestra ayuda y vuestra paciencia.