Música: These boots are made for walking, por Nancy Sinatra
Juego: Tabú, de Brian Hersch
Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar. Antonio Machado
Muchos me preguntáis por el estado de las obras de adaptación de mi casa. Según el ingeniero responsable, quedan un par de semanas, pero están paralizadas por problemas con una herramienta y el proveedor de los suelos. A mí, después de ver el estado actual, me parece que queda bastante más, pero evidentemente el experto es el ingeniero.
De todas formas, ahora la prioridad es adaptar el chalet de mis padres en Viana —que es viejo y también requiere trabajo—, ya que es allí donde pasaré el verano, pues mi casa de Valladolid se convierte en un horno crematorio durante esta estación. Además, con mi actual estado de salud, irme a vivir solo sería una auténtica locura. Y para tranquilizaros diré que se trata de una locura de tal magnitud que ni siquiera yo me atrevería con ella. O eso creo…
Pero vamos ya con el tema del día: algunos amigos me han confesado su temor a meter la pata al hablar conmigo con alguna expresión del tipo «esto va sobre ruedas», «¡anda ya!» o como decía un amigo: “vamos paso a paso». Si sucede algo de eso (y me doy cuenta), lo más que puede pasar es que nos echemos unas risas juntos, así que perded el miedo.
Debo confesar que antes sí que era un poco «enfadique», pero si algo me está enseñando la ordalía por la que estoy pasando es a buscar el lado bueno de todo y a disfrutar con ello. Pudiendo reír, ¿por qué llorar? Y perded cuidado, no son meras palabras; ya me ha pasado varias veces y todavía no he matado a nadie. Y lo que es más, yo mismo suelo hacer chistes sobre ello. Y lo que todavía es más, hay amigos que se atreven a hacer chistes sobre ello. A propósito.
Yo prefiero que sea así. Por ejemplo, siempre defendí el poder tratar el tema de la raza con naturalidad sin que por ello te tachen de racista, poder hacer chistes sobre blancos y sobre negros (que no sean ofensivos ni de mal gusto); porque para mí, el racista es el que evita referirse a la raza, porque está reconociendo implícitamente que ahí hay algo chungo (¿por qué lo llamas «de color»? ¿Acaso ser negro es malo?). Del mismo modo, quiero que se trate mi discapacidad con naturalidad.
Y con esto no pretendo criticar a los discapacitados (ni a los negros o blancos) que sí se ofenden por estas cosas. No me meto en sus motivos, su posición me parece muy respetable. Solo quería decir que conmigo prefiero que actuéis con total normalidad.
A mis compañeros de fatigas, que estáis como yo, os aconsejo que tampoco os ofendáis. Uno lo pasa mejor riendo que enfadándose y lo que todos queremos es ser felices.
Y a aquellos lectores que ni me conozcan ni sean discapacitados, os aconsejo que le echéis valor y tratéis estos temas directamente con la persona afectada. Quizás sea una conversación un tanto incómoda, pero creo que os lo agradecerá, os sentiréis mucho más cómodos en su presencia y evitaréis futuras situaciones difíciles.
Por descontado, también quiero que se hable libremente de mi discapacidad. Sé que hay muchas cosas que desconocéis. Que no os dé miedo preguntar o demostrar ignorancia. Antes de padecerla, yo era un total ignorante al respecto (y todavía lo soy en buena medida), así que cómo voy a enfadarme con alguien porque no sepa algo.
Sois muchos los que me habéis dado consejos y creo que he hecho caso de muchos de ellos. El otro día, durante la barbacoa, un amigo me pedía disculpas muy educadamente por darme un consejo sobre un tema delicado. Recordad que soy nuevo en esto y hay muchas cosas que no sé, no solo sobre la lesión, sino también sobre otros asuntos, como fue el caso de mi amigo. Yo agradezco cualquier sugerencia que me podáis ofrecer y os animo a ello, aunque os parezca ridícula o creáis que «algo tan obvio ya debe de saberlo».
Y para cerrar, he notado que hay gente que no me habla de sus problemas o su estado de salud, «porque, comparados con los míos, sus problemas son nimios». Muy mal. Si yo os confío mis problemas y vosotros no me contáis los vuestros, ¿dónde queda el «do ut des»? En serio, igual que vosotros queréis saber qué me pasa, yo quiero enterarme de lo que os pasa a vosotros. Luego me sienta mal cuando descubro que no me habéis contado algo.
Termino con una encuesta que me servirá para saber cómo adaptar el blog.