Marihuana medicinal

Ya sabéis que cuando no escribo suele ser porque las cosas no están muy bien. No es nada grave, pero entre todo, me encuentro un poco bajo de moral y no quiero reflejarlo aquí.

Afortunadamente, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha salido al quite para echarme una mano. Os dejo directamente con sus declaraciones y luego las comento, porque es un tema que me toca MUY de cerca:

 

 

Antes de nada, hay que acotar qué entendemos por droga: en este caso, parece referirse a sustancias que generan dependencia o adición. Y lo primero que debo decir es que esta señorita no se ha informado bien y desconoce que YA hay marihuana medicinal legal España, como el Sativex que tomo yo. Y por cierto, llevo más de tres años tomándolo y todavía no soy adicto: lo dejo durante temporadas, cuando estoy mejor, y no sufro ningún tipo de síndrome de dependencia, que como ex-fumador conozco bien.

La principal crítica que se le hace en las redes sociales es por la famosa cerveza en la plaza de Madrid que tanta repercusión tuvo durante las recientes elecciones autonómicas. Ciertamente, eso de «alcohol sí, marihuana no» es un contrasentido: son sustancias con similar potencial de adicción y el alcohol carece de los efectos medicinales de la marihuana. Es tan evidente que no voy a profundizar en ello.

 

 

«La medicina madrileña y española […] ya tienen sus cauces para que se pueda tratar a los pacientes con total normalidad intentando con el menor sufrimiento…»

Yo soy la prueba viviente de que eso es falso. De todos los tratamientos y medicamentos que he tomado, el Sativex es el que mejor me funciona.

«Es un flaco favor a la sociedad madrileña decir que las drogas vengan a sustituir nada».

Precisamente no vienen a sustituir nada, vienen a cubrir un hueco, un vacío. O en el peor de los casos, es una alternativa más para los médicos. Pero es que no es menos «droga» que los opiáceos que también estoy tomando. O que otros miles de medicamentos químicos —menos naturales— que se dispendian a diario, como los ansiolíticos, que cada vez se recetan más y pueden generar dependencia en apenas dos o tres semanas. ¿Acaso esos ansiolíticos son menos droga que el cannabis?

[…] las drogas son una condena que quitan la libertad al individuo, le quitan autonomía y son absolutamente perjudiciales […]. Me parece que es el mayor lastre que tiene una persona, el ser dependiente de ningún tipo de sustancia.

En esto estoy casi completamente de acuerdo con ella. Las drogas no son buenas y aunque no son absolutamente perjudiciales (si son medicamentos es que tienen algunos efectos buenos), depender de ellas es una putada, con todas las letras. Pero creo que peor lastre y aún mayor putada es tener que depender de ellas y no poder hacerlo porque unos políticos ignorantes las han prohibido. Porque, señora Ayuso, no hablamos de un uso recreativo, estamos hablando de un uso terapéutico, una medicina para tratar patologías, como tantas otras que cubre la seguridad social. Algunas personas las necesitamos PARA VIVIR EN UNAS CONDICIONES MÍNIMAMENTE DIGNAS.

Mucha gente confunde esto con la legalización de la marihuana en general. Muchos creen que se trata de permitir los porros. No es así. Se quiere permitir el cultivo controlado de marihuana, que será tratada también de una forma controlada, distribuida y vendida en las mismas condiciones y con los mismos (o mayores) controles que otros medicamentos, bajo receta médica e inspección sanitaria.

Marihuana medicinal

Estamos hablando de una medicina, no de fumar porros.

No hay que olvidar que muy recientemente Ayuso obtuvo la reelección con una campaña basada en la «Libertad (o comunismo)». Libertad, pero empieza prohibiendo. ¿No debería tener yo la libertad de poder consumir o no ese medicamento (siempre que me lo pauten)? Al final, mucha libertad, pero no a la marihuana medicinal, no al aborto, no a la eutanasia, no al matrimonio gay, no al divorcio… Que yo entiendo que son temas controvertidos y cada uno —por motivos religiosos o de cualquier otro tipo— tendremos nuestra opinión (que yo no critico), pero no me digas que defiendes las libertades si luego no haces más que prohibir y prohibir.

La marihuana medicinal ya está aprobada en varios países y los resultados siempre han sido positivos. No solo se están beneficiando de sus usos terapéuticos, están controlando su producción, distribución y venta, no hay delincuentes haciendo fortunas a su costa y el producto es más sano, mucho más barato (hoy cuesta 510€ el lote de 3 botecitos de 10 ml) y de mejor calidad. Todo positivo. No entiendo por qué no se quiere aprobar aquí: quizás porque es el mensaje fácil y electoralista, porque cuesta menos que explicar al votante en qué consiste exactamente. Y llegado este punto, toca arrojar la piedra al tejado del PSOE y Unidas Podemos, que son quienes gobiernan actualmente y tienen la capacidad de legalizarlo, ya que está claro que el PP no lo hará en próximos gobiernos.

Personalmente, apenas he fumado marihuana muy ocasionalmente y no me apasiona para nada. Tampoco me hacen ninguna gracia los mareos que a veces me pillo con el Sativex: más de una vez he estado a punto de caerme de la silla. Pero los dolores me están arruinando la vida,  son la peor de las consecuencias de la lesión medular, con diferencia; así que si me los alivia aunque sea un poco, bienvenida sea la marihuana, los mareos y lo que haga falta. Además, creo que es algo que va a terminar legalizándose, tarde o temprano, cuando el coste político sea menor y por algún partido de izquierdas que exhiba un poco de valor. Aunque este tipo de declaraciones no hacen sino alejar ese día, poniendo a la sociedad en contra. Cuanto antes se haga, antes dispondré de más opciones con las que probar y posiblemente vivir con menos dolor.

Termino con una encuesta para satisfacer mi curiosidad. Podéis votar lo que queráis libremente y de forma anónima. Eso sí, si estuvierais en mi pellejo, os garantizo que no miraríais más allá de la primera opción.

 

¿Legalizarías el uso terapéutico de la marihuana?

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No hay otra explicación.

Llevo quince años nefastos. Al Alzheimer prolongado de mi padre se ha unido el de mi madre, y me ha tocado vivir los dos muy, muy de cerca. Para rematarlo, me quedo tetrapléjico como consecuencia de una lesión medular que ni siquiera es culpa mía. No fue por accidente o imprudencia —que es lo habitual—, fue por un derrame derivado de una malformación muy poco común. Podía haberme tocado una paraplejia o al menos una tetraplejia normal, pero no, tuvo que ser una tetraplejia grave. Y un pequeño porcentaje de los para/tetrapléjicos padece dolores neuropáticos; eso también me tocó. Y de ese pequeño porcentaje, los dolores de una parte muy pequeña son muy intensos. Otra vez a mí (aunque esta es otra historia para otro momento). Es mala suerte, dentro de la mala suerte, a su vez dentro de la mala suerte, también dentro de la mala suerte y todavía otra vez más.

 

Moustache

Pero esa es otra historia…

 

No suelo pensar en ello porque sé muy bien a dónde conduce sumirse este tipo de lamentaciones: un sitio en el que ya he estado y al que no quiero volver.

Sin embargo, a veces no puedo evitar pensar que soy un cenizo. Y es que este último año está siendo tremendo. Me atropella un coche, me caigo y me rompo la costilla porque el seguro no quiso pagarme un transporte, fallece mi padre, se me paraliza el brazo y otra serie de complicaciones que no os he contado ni os voy a contar, porque aunque no lo parezca, este blog no está para quejarme.

Pero es que me han vuelto a atropellar.

Un amigo fisioterapeuta me estaba dando unas sesiones especiales con la esperanza de reducir el dolor y regresaba a casa con la moto, esta vez a una velocidad prudente, cuando de repente, un coche sale de un garaje sin pararse a comprobar si alguien circulaba por la acera. Al ir con la moto, no pude pararme en seco como si hubiera ido andando. Reaccioné girando bruscamente para esquivarlo (éxito crítico en Esquivar) metiéndome en la calzada. Todo fue tan rápido que no me dio tiempo a ver que justo venía un coche de frente…

Creo que a eso lo llaman saltar de la sartén para caer en el fuego. O salir de Guatemala para entrar en «Guatepeor«. Hace siglos era «Salí de ladrón y di en ventero». En lenguaje de los RPG, lo que parecía un éxito crítico se había convertido en una pifia. Vulgarmente: un cagadón.

Enredo

Imagen explicativa de la situación de los diferentes agentes tras el accidente

Afortunadamente, de nuevo hice gala de buenos reflejos y giré bruscamente hacia el otro lado. Eso sí, como ya venía desequilibrado del giro anterior, la inercia decidió que hasta aquí habíamos llegado y volqué hacia el coche. La conductora también reaccionó con rapidez, frenó y se apartó, así que apenas me golpeé contra el coche; casi todo el impacto se produjo contra el asfalto.

Enseguida me vi rodeado por una docena de personas —entre ellos los conductores—, que me ayudaron a incorporarme y a deshacer el enredo que mis piernas habían formado con los hierros de la moto y la silla de ruedas. No me explico de dónde salieron tantas personas, porque estábamos a cinco minutos de cumplirse el toque de queda, pero me vi un poco abrumado por las circunstancias. Al no tener sensibilidad en casi ninguna parte del cuerpo no noté ningún daño y allí nadie respetaba las distancias de seguridad. En pleno pico de la tercera ola de coronavirus y después de un pequeño susto que me había llevado una semana antes (de nuevo, otra historia), no solo no quería ir a un hospital a que me hicieran una revisión, quería salir de allí rápidamente. Así que me largué en cuanto pude.

En casa pasé revista a mi cuerpo, y quitando los roces y las magulladuras, no parecía haber daños mayores. Se había partido un reposabrazos de la silla (que justo había cambiado un par de meses antes) y se estropeó el freno y el acelerador de la moto; el freno no frena y el acelerador, una vez apretado, se queda fijo y no deja de acelerar. Peligrosa combinación.

Últimamente sí que estoy notando dolores similares a cuando sufrí la fisura en la costilla. Pero aunque realmente tuviera una fisura, tampoco se podría hacer nada, así que lo voy a dejar correr. Espero que el seguro del primer conductor se haga cargo de los daños materiales; todavía no me han llamado, pero no voy a esperar a que lo hagan, porque sin reposabrazos estoy constantemente a punto de caerme al suelo.

Cuando pienso en lo que pasó, me doy cuenta de que a pesar de toda esa mala suerte de la que me quejo, esta vez el resultado podía haber sido mucho, mucho peor. De hecho, es una especie de milagro que no haya acabado empotrado contra el coche que salía del garaje o aún peor, arrollado por el segundo coche que venía de frente. Las consecuencias de eso último sí que habrían sido graves.

En definitiva, es un nuevo traspiés que hay que superar. No hay que perder de vista el objetivo final, que no es otro que ser feliz, así que trataré de sobrellevar estas nuevas complicaciones lo mejor posible hasta que consiga superarlas.

Sección sobre mi estado de saludSigo con mis achaques. La semana pasada los mareos no me dejaban ni sentarme en la silla y los dolores no desaparecen. Son mareos que siento con frecuencia, cuando levanto la cabeza, o cuando me ponen de pie. Esta semana los mareos están siendo sustituidos por una sensación de hormigueo por todo el brazo izquierdo, que culmina con una parálisis parcial en la mano… y más dolor. Cada semana —a veces cada día— es una historia nueva. Empiezo a pensar que nunca voy a estar ni medio bien y que debo acostumbrarme a vivir así. Mi lesión medular es muy grave y supongo que debo dar gracias por seguir vivo.

Igual que debo dar gracias por no haber caído en las garras del virus que ya infecta a tanta gente. Recordaréis que en la última entrada ya adelanté que estaba extremando el cuidado, ya antes de que se anunciarán las medidas oficiales. No voy a daros mucho la brasa con este tema, que bastante tenemos ya, pero sí me gustaría compartir con vosotros una reflexión.

¿Cómo es que el virus está afectando tanto a España, que ni está geográficamente cerca ni mantiene relaciones estrechas de ningún tipo con China? Y en mi opinión la situación es mucho más trágica de lo que nos cuentan. Conozco varios afectados que no han sido sometidos a pruebas, porque no las hay. Seguramente los infectados no se cuenten por decenas de miles, sino por millones.

Pandemic

En este juego combatimos una pandemia en la España del S. XIX; algunos sanitarios hoy en día han tenido que trabajar igual de preparados

La tendencia natural del español es echar la culpa a otro, ¿y qué mejor cabeza de turco que el gobierno? Tampoco es que sea un «turco» propiamente dicho, porque su gestión está siendo nefasta, pero rara vez se llega a una situación tan crítica sin culpa compartida.
A esta gestión nefasta del gobierno debemos añadir la incompetencia de la oposición, que por mucha crítica furibunda que lance, ni en su momento sugirió nada, ni —peor aún— tampoco lo está haciendo ahora, salvo cosas que sabe imposibles. No les interesan los españoles, ni curar la enfermedad, ni minimizar el número de afectados, solo están interesados en sacar rédito político de la situación en estos momentos en los que la unidad es más necesaria que nunca. No se quienes me dan más asco. Bueno, sí que lo sé: las personas «de la calle» que aprovechan estos momentos para hacer política, ya que para ellos ni siquiera es su forma de vida

Y por supuesto, una parte de la culpa la tenemos nosotros, los españoles de a pie, que hacemos lo que nos da la gana y nos lo tomamos todo a cachondeo. A día de hoy, con todo lo que nos ha caído, me sigue escribiendo gente por Wallapop para quedar físicamente para comprar cosas. Pero siempre es más fácil echarle la culpa a otros. Ahora queremos respiradores, nosotros que durante años hemos esquilmado la sanidad pública; queremos que el gobierno compre material médico, pero evitamos pagar impuestos —legal o ilegalmente— a la mínima que podemos; queremos una vacuna, pero nuestra inversión en investigación es casi negativa.

En general, estoy llevando bien el encierro. Estuve más de 15 años de autónomo trabajando casa, y estos tres últimos años me sacado un doctorado en quedarme encerrado en casa/el hospital. Sin embargo, reconozco que la situación me está afectando mentalmente. Ya sabéis que yo no soy un amargado, que me gusta reírme como el que más, que soy optimista y todo eso, pero… Espero volver a escribir pronto y aprovecharé para contároslo.

Intención de voto

La principal preocupación de los políticos… y muchos españoles

 

No quiero despedirme sin enviar un fuerte abrazo a todos los afectados, o a los que tengáis familiares o amigos afectados. Espero que podáis recuperaros, a ser posible pronto, con poco sufrimiento y en casa. Y por supuesto, a los sanitarios y todos aquellos que os veis obligados a salir a trabajar en estas circunstancias. El mundo ha demostrado no estar preparado para algo como estoy, así que debemos pensar que dentro de malo, esta pandemia tiene una tasa de mortalidad bastante baja. Espero que aprendamos y que la próxima no pille a la humanidad fuera de juego.

 

Sigo con la crisis de dolor, aunque lo sobrellevo mejor tras haber retomado los opiáceos y la marihuana medicinal. Algunos días consigo levantarme y aguantar algunas horas en la silla.

Pero hoy quiero hablaros de otra cosa: estaréis hartos de oír hablar del coronavirus. No os aburriré con toda la desinformación y los datos que ya conocéis de sobra. Es difícil saber lo que va a ocurrir en España porque en gran medida depende de la reacción la población. Debemos pensar que gracias a la información que poseemos, el grado de contagio no será tan terrible como en otros países, aunque la inacción de la administración pública es preocupante.

Pandemia, el juego

Esta vez ha sido fácil elegir el juego

Porque la tasa de mortandad es de 7 a 10 veces superior a la de la gripe común y el factor de contagio muy superior.

Os hablo de esto porque lo que para vosotros puede ser una simple gripe molesta, para mí es una enfermedad potencialmente letal. La lesión medular me ha dejado con un 20% de la capacidad pulmonar —muchos habéis comprobado cómo a veces se me entrecorta la voz o me quedo sin aliento—. El par de catarros que he tenido me lo han hecho pasar muy mal.

Mascarilla

Poseo un objeto inútil de valor incalculable

Los médicos me han confirmado que pertenezco al grupo de riesgo serio y me han conminado a tomar medidas hasta que la situación se normalice. Espero que —como parece— sea un virus estacional y se vaya con la llegada del calor. Pero mientras tanto, voy a intentar ser prudente, ya que contra este nuevo contratiempo de nada me valen mis ganas de luchar. Solo me falta rematar esta mala racha que llevo desde el atropello del verano contrayendo esta enfermedad. De momento, voy a evitar los espacios cerrados compartidos en la medida de lo posible.

No quiero aislarme, pero para los que leáis esto y vayáis a venir a mi casa, si estáis resfriados, lo habéis estado, o habéis estado en contacto con personas susceptibles de tener el virus, avisadme. Y a los que vengáis os pediré que os lavéis las manos nada más entrar y no os acerquéis mucho a mí.

Me estoy jugando la vida.

Ya se cumple otro mes sin escribir, y ahora lo hago desganado, algo que debería evitar. Este blog se está convirtiendo en un relato seriado de mis dramas, cuando pretendía justo lo contrario. Por otra parte, prefiero relatar mis cuitas aquí que en persona, porque me gusta dedicar el tiempo que paso en compañía a cosas alegres.

Sección sobre mi estado de saludOs conté que el 4 de enero amanecí con el brazo derecho paralizado. Me ha costado, pero con paciencia y algo de esfuerzo he recuperado casi todo lo que perdí. Nadie ha sabido decirme qué me pasó, pero lo más importante es que lo peor ya ha pasado.

Sin embargo, desde hace tres semanas, mis dolores se han acentuado mucho, hasta el punto de no poder moverme de la cama. Me he pasado una quincena larga casi sin levantarme, y ahora comienzo a hacerlo con mucho sufrimiento después de haber retomado las drogas duras. Tengo claro que algo me ha sucedido, porque hay un antes y un después evidente. Entiendo que ese algo es muy difícil de diagnosticar, porque al no tener sensibilidad en casi ninguna parte del cuerpo, no presento más síntomas que el dolor neuropático, pero no consigo transmitir esa idea a los médicos, que en vez de intentar averiguar qué me pasa, se limitan a recetarme medicamentos.

Para mayor desgracia, han cambiado a mi médico de cabecera, que llevaba conmigo desde el derrame en la médula y era de los pocos profesionales que se preocupaba por mí. Además me han retrasado mi cita de revisión en el Hospital de Parapléjicos de Toledo de febrero a junio; y no sé por qué: en Toledo echan la culpa a alguien de Valladolid (sin especificar), y en Valladolid nadie sabe nada. Otro día hablaré de los médicos…

Museo Nacional de lo Accesorio y lo Irrelevante

Una de mis primeras traducciones; hoy la veo encarnada en la casa de mi madre

A pesar de haber recuperado lo suficiente del brazo y la mano, los dolores me impiden vivir solo, así que sigo en casa de mi madre. No está siendo fácil; estaba consiguiendo desconectar y otra vez me estoy viendo arrollado por su mundo pesimista y deprimente. Ella está mejor —físicamente—; aunque yo no era partidario de traerla a casa, debo reconocer que no ha acabado siendo el desastre que me temía. Sin embargo, mi hermano sigue confiando en que mejore y eso no va a ocurrir con una dolencia como la suya, y mucho menos con el total abandono al que se está sometiendo.

Yo en cambio he vuelto a asumir el rol de personaje secundario, incluso después de esto tan grave que me ha pasado. Mi madre siempre se las arregla para ser el centro de atención, tanto cuando está, como cuando no: en las conversaciones de la comida, en las discusiones, por las noches cuando el volumen de su televisor no me deja dormir… Y yo necesito ser protagonista al menos en esta fase de mi vida. Necesito preocuparme por lo que me está pasando.

Aparte, es duro volver a una casa con tantas trabas a la movilidad. Apenas puedo moverme entre parte de mi habitación, parte de la cocina y parte del salón. Casi todo está fuera de mi alcance. La casa de mi madre es un museo lleno de trastos viejos de mis padres que jamás se volverán a usar, pero cuando intento tirar/trasladar/vender algo, me enfrento a mi hermano Carlos, y prefiero no discutir.

En fin, tengo que ponerme bien para poder huir de casa de mi madre. La vida ofrece muchas cosas estupendas, incluso para alguien en mi estado y necesito salud para poder disfrutarlas.

Antes de despedirme, quiero pediros disculpas por estar tan ausente estos últimos meses. Cuando estoy mal anímicamente, no me gusta contagiar a los demás. Por el mismo motivo, quiero dar las gracias de corazón a todos aquellos que me habéis dedicado algo de tiempo en estos malos momentos.

 

 

Sigo con mis problemas de salud, que se manifiestan fundamentalmente en forma de dolor. Son dolores neuropáticos en la zona lumbar, que luego se irradian a las pantorrillas y finalmente a los pies, todas ellas partes del cuerpo en las que no tengo sensibilidad. Y me surgen al apoyar la zona lumbar, en la silla, pero sobre todo al tumbarme boca arriba en la cama. Los sufro desde poco antes de regresar de Toledo, pero este último mes con especial virulencia.

Otro día os hablaré de eso; hoy me limitaré a contaros que estos dolores me impiden moverme mucho y salir de casa. Ni siquiera estoy yendo a fisioterapia, porque son siete kilómetros de trayecto que me resultan bastante traumáticos. Y además luego tengo que volver.

La otra gran traba que me estoy encontrando es la lluvia. Un día ignoré la llovizna para acudir a una consulta relacionada con el atropello de julio en un hospital a un par de kilómetros de mi casa —deseoso de acabar de una vez con ese tema—. Pero a la vuelta la llovizna se convirtió en lluvia intensa. Sequé la silla a conciencia —lo mío me costó—, pero el día siguiente ya advertí problemas en su funcionamiento.

Lloverá en Valladolid

The rain in Spain stays mainly in the plain

Desde entonces no quiero salir cuando llueve, ni cuando amenaza lluvia, porque si necesito volver por cualquier contingencia, no puedo esperar a que escampe. Y últimamente llueve todos los días, en algún momento u otro. El pronóstico de esta semana no es muy alentador, para regocijo de la gente del campo (aunque el volumen de las precipitaciones tampoco les dejará muy satisfechos).

Afortunadamente, están Claudia y Sirka, y me visitan muchos amigos. Además, todavía tengo que hacer muchas cosas en casa.

 

PD: Como habréis advertido, voy a hacer cambios en el blog (de nuevo). Voy a intentar publicar con más frecuencia, pero artículos más breves, sobre uno o dos temas como mucho. También abandono la canción y el juego de cada entrada: apenas sé de música y los juegos no los conocía casi nadie.

 

 

 

Música: Die With your Boots On, de Iron Maiden
Juego: Gloom, de Keith Baker

 

¿A quién no le gusta que los planes salgan bien?

¡Cuánto tiempo!

Pues sí, debo la entrada del mes de agosto y ahora también la de septiembre. No news is good news; «la ausencia de noticias es una buena noticia», que dicen. Pues sabed que mienten como bellacos, al menos en mi caso. Precisamente no escribo porque no me gusta quejarme; la idea de este blog era contar todo lo que hacía y lo bien que me iba a pesar de mi grave lesión medular. Pero parece que desde que salí de Toledo, todos los tuertos de España se han confabulado para mirarme.

 

Los planes no siempre salen bien

Ciertamente, el mes empezó mal. Una señora mayor me arrolló con el coche en un paso de cebra. Sí, no es ninguna broma. Yo salí del brete con una costilla rota. La silla de ruedas apenas sufrió daños, pero mi moto no fue tan afortunada. Fue un buen varapalo, había tardado meses en ponerla a punto y por fin funcionaba bien. La usaba todos los días, me estaba proporcionando una independencia fantástica: iba al cine, a casa de mis amigos, a jugar, al médico, a tiendas…

Otros tiempos con otros protagonistas

El día siguiente falleció mi padre. Llevaba cuatro años como un vegetal y últimamente ni siquiera conseguíamos sacarle la sonrisa ocasional. Solo vivía para sufrir, así que ha sido una liberación; para todos, pero sobre todo para él. Fueron tres días muy intensos —y muy duros, con mi costilla rota—, pero también fue muy reconfortante recibir todo el cariño que mi padre sembró en vida; ¡un primo voló desde la República Dominicana solo para asistir a su funeral! Me quedo con ganas de contaros más sobre mi padre, pero no es el objetivo de este blog. Quizás día otro día.

Los días siguieron pasando entre médicos —seis citas en dos semanas; menos mal que me recomendaron reposo— visitas a tiendas en busca de presupuestos, peleas con el seguro y otras cuestiones médicas. En una de estas citas médicas inútiles (una costilla rota suelda en un mes, ¿qué necesidad hay de revisiones semanales?) olvidé volver a colocar las ruedas antivuelco de la silla después de transportarla en coche y volqué hacia atrás. Me di un buen golpe, e inmediatamente supe que me había hecho algo en el hombro. Sufría unos dolores terribles en la escápula izquierda al hacer fuerza o mover el brazo. En Urgencias no vieron nada: «será el golpe, mucho dolor durante veinticuatro horas y luego empezará a remitir». Yo expresé mis dudas por la intensidad del dolor, pero la médico revisó las radiografías concienzudamente, confirmó el diagnóstico y volví a casa esperanzado. Dolorido, pero muy esperanzado.

No podía estar más equivocado. Tan equivocado como que han pasado cuatro semanas y el dolor sigue ahí, casi como al principio. Apenas puedo mover el brazo. Mi hermano —el traumatólogo— dice que será una fisura o una fractura que no se aprecie bien en la radiografía. «Pero da igual, no te molestes en mirar porque no se puede operar ni hacer nada. Hay que dejar que suelde».

Pues dejaremos que suelde.

 

Y cuando crees haber tocado fondo…

Si ya es jodido (sí, «jodido») vivir moviendo solo los dos brazos, imaginad cómo puede ser la vida con uno. Pues ojalá la cosa se hubiera quedado ahí. Debido al sobresfuerzo, he sufrido roturas fibrilares… en tres músculos del brazo sano. Las roturas eran leves al principio, pero como el brazo es insensible al dolor, no me di cuenta y seguí usándolo y se fueron agravando. Hasta que insensible o no, la avería fue tan seria que empecé a sentir dolor.

Podéis imaginaros el panorama. Sobre la silla apenas aguantaba un ratito y en la cama continuaba el sufrimiento: solo puedo colocarme girado hacia la izquierda, apoyado sobre el hombro y la costilla lesionada. Dolor, dolor y dolor. Y casi lo peor es que me siento como en los primeros momentos de mi lesión medular: dependo de la ayuda para todo, mis amigos tienen que venir a verme…

 

Lo que viene siendo una serie de catastróficas desdichas

 

También hay que ver el lado positivo. Claudia ha estado muy pendiente de mí y tengo unos amigos estupendos, se han tomado la molestia de venir a verme y entre unos y otros, apenas he estado solo. Este verano me he hartado de jugar. A ver, hartarme, no me harto nunca, pero ya me entendéis, ¿verdad?

Y debo hacer un poco de autocrítica. Puede que la culpa de la primera fractura de costilla sea de la conductora, pero yo pude haberla evitado cruzando la calle con más prudencia. Puede que la culpa indirecta de la fisura de la escápula sea del seguro —por no ponerme un transporte adaptado— y del traumatólogo —por ponerme citas inútiles, seguramente para chupar del seguro—, pero también puede evitarla estando más pendiente de que me colocaran las ruedas antivuelco en su sitio. Y lo demás no habría podido evitarlo, pero las consecuencias habrían sido menos graves si hubiera guardado reposo en lugar de esforzarme para seguir viviendo como antes.

Reconozco que me he ganado un buen «facepalm»

Pero yo soy así. Me ha valido para recuperarme mejor y más rápidamente de la lesión medular, ahora no puedo quejarme si me perjudica. Burro para lo bueno y para lo malo. Y lo que es más, justo el mes pasado comentaba lo afortunado que había sido al haber asumido riesgos sin consecuencias negativas. Bueno, pues ya no puedo decirlo. Pero tampoco debo quejarme, porque ya tocaba.

Mientras me despido de vosotros hasta la próxima entrada —que será pronto— comienzo a notar los síntomas de una infección. Estoy tentado de no hacer nada para disfrutar de unos días de atención hospitalaria sin tener que preocuparme de lo demás, pero creo que me arrepentiría al segundo día de reclusión, así que recurriremos a los métodos caseros de guerra antibacteriana que tanta eficacia han demostrado durante los últimos meses.

Al fin y al cabo, si hemos de morir, que sea con las botas puestas.

 

Música: The Unforgiven, de Metallica
Juego: Gùgōng (The Forbidden City), de Andreas Steding

 

¿Habéis visto la serie Years & Years[1]? Narra la vida de una familia inglesa durante 15 años. Pues este mes me he sentido como uno de los protagonistas de esa serie, porque me han sucedido muchas cosas, demasiadas para un solo mes:

  • Ha nacido mi sobrina, Elena
  • ¡Mi moto ya funciona! 
  • Me he examinado para sacar un título oficial de inglés
  • Fui a la celebración del 25º aniversario de mi promoción del colegio
  • He cumplido un año más. Dado mi precario estado de salud, es algo digno de celebración
  • Llegaron los calores veraniegos. ¿Los aguantaré mejor que el año pasado?
  • Voy a asistir a mis primeras jornadas (unas convivencias centradas en los juegos de mesa)
  • Una nueva infección
  • Estoy adiestrando a mi perrita, Sirka.
  • Boliche, otro nuevo animalico, entra en mi vida
  • La relación con mi madre empeora más y más
Mi sobrinita

¡Ya llegó mi sobrinita!

No puedo contaros todo, así que me quedaré con algunas historias, resumiré otras y el resto quizás las cuente algún día.

Por fin nació mi sobrina, el día 28. La madre lo pasó un poco mal, pero las dos ya están bien, con el alta médica. Estamos todos muy ilusionados y yo me he quedado con muchas ganas de verla más, pero sé que todo llegará.

Mi moto por fin funciona a un nivel decente. Antes se desacoplaba cada poco y tuve varios accidentes. Me está dando una libertad tremenda, puedo ir por mi cuenta a casa de mis amigos, al cine… A casi todos los sitios. Ya llevo cerca de 200 km con ella.

¿Recordáis que uno de mis propósitos de este año era obtener un título oficial de inglés? Como me pierdo con toda esa pléyade de títulos de Cambridge, Oxford y demás, me fui a la Escuela Oficial de Idiomas de Valladolid y me apunté al examen para alumnos libres del nivel anterior al más alto, que resultó ser el B2. No quise examinarme del nivel más alto porque me dijeron que preguntaban un montón de chorradas y casos raros; además, los puntos de fonética los tenía perdidos y como soy mayoritariamente autodidacta, no tengo ni idea de mi nivel de inglés oral, pero seguro que no es muy bueno.

Me había propuesto preparar el examen, pero llegó el día D y no le había dedicado ni un minuto. Y para colmo de males, después de tres meses sin infecciones, me toca una justo el día anterior al examen. Decidí aguantar hasta el examen, y al salir directo con la moto a Urgencias, pues la Escuela Oficial de Idiomas me pilla de camino.

Llegué con un buen mareo por la fiebre; tanto que me confundí de aula; menos mal que al ir en silla de ruedas era fácilmente reconocible entre el maremágnum de estudiantes que habían venido a examinarse, y las profesoras me recondujeron al aula correcta. Cuando me dieron el examen, tardé en comprender las preguntas: había varias posibles respuestas, pero todas eran correctas. Había que elegir la más correcta, y eso era cuestión de pequeños matices y algo de subjetividad. El examen duraba cuatro horas, pero yo tenía prisa por ir al hospital, así que lo liquidé en una hora.

A pesar de todos los contratiempos, salí con buena impresión. En la puerta, una profesora se despidió «hasta el jueves». ¿Hasta el jueves? ¡Yo creía que el examen oral era la semana siguiente! En el hospital me iban a ingresar por la infección, me perdería el examen oral. Así que decidí volver a casa y automedicarme con los antibióticos que me habían sobrado de otra infección.

La jugada me salió bien. El jueves ya estaba prácticamente recuperado, aunque de nuevo llegué al examen sin prepararlo. Ya ni recuerdo de qué me hicieron hablar, solo que lo hice con un alumno joven que tenía un acento mucho mejor que el mío. El caso es que cuando llegué a casa y entré en Internet, ya tenía la nota total:

Calificaciones

Las calificaciones de un cagón

 

En definitiva, que fui un cagao. Debí apuntarme al nivel más alto. Pero quedémonos con lo positivo: ¡propósito cumplido!

También os dije que no sabía si ir a la celebración del 25º aniversario de mi promoción del colegio y os revelé mis miedos. Pues al final acudí. Y fue un gran acierto. Todos mis temores fueron infundados. Mis ex-compañeros trataron el tema de mi lesión con mucha delicadeza, incluso con cariño y me sentí fenomenal. ¡Se nota que fueron a un colegio de pago!

Promoción de 1994

Promoción de mi colegio, 25 años después

En serio, es un grupo en el que hay muy buena gente. Yo me llevaba bien con casi todos mis compañeros, pero siempre hay algunos con los que has conectado más y por avatares de la vida, pierdes el contacto con ellos. Aunque hubo notables ausencias, me hizo mucha ilusión volverlos a ver, me alegró mucho saber que les va bien en la vida. Lo peor fueron los lugares, de lo menos accesible de Valladolid. Pero con la ayuda que me prestaron, conseguí aguantar hasta pasadas las 0:00. ¡Más de 14 horas seguidas sobre la silla! Si se enteran en Toledo, me quitan el carnet de tetrapléjico[2].

Sección sobre mi estado de saludEl mes pasado anunciaba la llegada de los calores y me preguntaba si reaccionaría a ellos igual de mal que el año pasado. Pues ya tengo la respuesta: sí. Ya he tenido fiebres altas que han reproducido los problemas del año pasado, así que Carlos ya me ha comprado un aire acondicionado portátil para Viana, y quizás también para Valladolid.

Sección dedicada a acontecimientos extraordinariosAhora estoy en medio de un viaje a Madrid que llevaba ya mucho tiempo dilatando por mis dolores y demás problemas. Voy a una consulta privada con un especialista en dolores, y ya he aprovechado para cumplir una promesa de visita que hice a un amigo de Toledo, que me ha acogido en su casa, y para asistir a las CLBSK, unas convivencias lúdicas de las que ya hablé el año pasado, pero finalmente no pude ir porque se celebraban en un recinto que era todo escaleras. Va a ser mi primera gran aventura fuera de casa. Espero no tener que volverme antes de tiempo con el rabo entre las piernas.

De esta y otras cosas hablaré el mes que viene. Os anticipo que viene cargadito.

 

[1]Serie que os recomiendo a todos. En solo 5 capítulos es capaz de definir a sus personajes con trazos firmes y precisos, con sus virtudes y defectos, sin por ello descuidar el desarrollo de una historia que pinta un futuro plausible y atrapa de principio a fin con su ritmo trepidante.

[2]Sé que estoy jugando con fuego. Y el que juega con fuego se quema. Sé que el día que me toque pagar estos excesos con la temible escara o lo que sea será un putadón tremendo. Espero que cuando llegue sea capaz de recordar lo mucho que he disfrutado las veces que he corrido todos estos riesgos y me he salido de rositas. No sé mañana, pero hoy prefiero morir intentándolo que vivir sin haberlo intentado.

 

 

El calor
Música: Flight Of Icarus, de Iron Maiden
Juego: 504, de Friedemann Friese

 

Hace tiempo que no hablo sobre mí…Sección sobre mi estado de salud

En lo relativo a la salud, este año está siendo casi idéntico al anterior. Es una mala noticia, pero no puedo decir que no lo esperara, ya que desde hace tiempo, todo lo relativo a mi salud sale mal. Al acercarse el verano, salgo del ciclo de infecciones y aumentan mis dolores. Y el problema del calor.

El calor

El calor, enemigo implacable

El verano pasado sufrí una desagradable sorpresa: no soporto el calor. Ya no sudo, mi cuerpo no regula bien la temperatura, así que funciono como un acumulador de calor: si me da el sol, acaba entrándome fiebre, me mareo mucho y me entran los siete males. Lo malo es que también me pasa con el calor ambiental, y los días de mucho calor me sucede lo mismo sin salir siquiera de la cama. El verano pasado fue poco caluroso; veremos cómo viene este y qué tal lo soporto.

Al no tener coche ni carnet de conducir, el verano estaré aislado en Viana de Cega. No puedo subir al autobús con la silla y el año pasado moví Roma con Santiago para intentar conseguir el servicio Atendo en la estación de tren de Viana, pero no lo logré; este año lo están intentando desde el PIRI, y si no lo consiguen, tampoco tendré tren. No me preocupa, porque en Viana tengo familia y muchos y buenos amigos, está cerca de Valladolid y recibiré alguna visita. Además, tengo muchas cosas pendientes que puedo hacer. La silla eléctrica que usé el verano pasado no estará disponible. A ver qué tal me apaño con la moto.

Sección dedicada al trabajo

Como ya sabéis, yo era (soy) traductor especializado en videojuegos. Tuve suerte y me fue muy bien, y en este sector, los veranos son terribles, porque todas las empresas quieren publicar varios juegos en Navidad, que es cuando más se vende. Y todos esos juegos hay que traducirlos en verano, así que las empresas de localización de videojuegos tienen problemas para encontrar traductores fiables. Hace tiempo, decidí quedarme con un único cliente, por diversas circunstancias. Durante estos dos últimos años, se ha portado bien y me ha venido recordando que sigue contando conmigo. Yo ya he dicho que veo imposible volver a trabajar, tardo más en hacer las cosas y no tengo ocho horas diarias disponibles que dedicar a la actividad laboral. Pero sí me gustaría hacer algo. Todavía no tengo mi vida organizada —ni la tendré hasta que recupere mi casa— y no sé de cuántas horas dispondré para trabajar, pero este verano me gustaría echar una mano a mi cliente. Para ello, debería aclarar mi situación legal, porque hoy por hoy, si trabajo me quitan mi pensión para siempre. Y es absurdo, porque la actividad que voy a poder realizar apenas me va a producir dinero. Otro «veremos». 

Este mes los antiguos compañeros del colegio han organizado una reunión, 25 años después de nuestra graduación. No sabía si ir. La comida se celebra en el sitio menos accesible que hay en Valladolid y lo que han preparado para después, también; no quiero «validar» locales con tan poca accesibilidad asistiendo. Casi ninguno de los compañeros con los que mejor me llevo va a ir. Sí tengo ganas de ver a todos aquellos con los que perdí el contacto, pero no me apetece nada andar contando la historia de mi lesión una y otra vez. Además, me coincide con el curso de adiestramiento de Sirka al que me he apuntado. El dueño del local ha sido muy amable conmigo prometiendo ayuda e invitándome a asistir gratis. No sé qué hacer. 

La otra silla eléctrica

Un modelo de silla eléctrica ligeramente anterior a la mía

He aceptado bien otras limitaciones más y menos importantes, pero no estoy llevando muy bien lo de los viajes. Ya comenté aquí, pese a los ánimos que me dabais, que debía resignarme a no viajar. El caso es que cuando me entero de que alguien ha viajado, me entra un pequeño desazón. Nadie me lo ha ofrecido y aunque hubiera recibido una invitación, la habría rechazado. Pero aunque deje de hacerlo, viajar seguirá siendo una de mis pasiones y quiero acostumbrarme a mi nueva situación, porque me gusta mucho que me manden fotos y me cuenten las cosas que han visto; para mí es una forma de viajar sin desplazarme físicamente. 

Sección sobre las obras de adaptación de mi casa

Por último, tengo que hablar de mi casa. Era el pilar de mi recuperación, había de ser la confirmación de mi independencia. Pero todavía sigue en obras. Ya no aspiro a ir antes de la vuelta del verano, pero no quiero esperar más. No soporto seguir viviendo en casa de mi madre; quizás otro día hable de eso. También me ha entrado el miedo. A día de hoy, Claudia me ayuda en muchas cosas, la mayoría de las cuales tendré que hacer yo si quiero ser independiente. ¿Seré capaz? El problema no es hacerlas un día: sé que eso puedo; el problema es hacerlas todos los días del resto de mi vida. ¿Y cuando me haga mayor y pierda facultades? Prefiero no seguir por ese camino, prefiero no pensar en el futuro. Es mejor vivir el presente. Pero tampoco es fácil alejar esas ideas mi cabeza.

Música: Remember Tomorrow, de Iron Maiden
Juego: The Mind, de Wolfgang Warsch

«Paren el mundo, que me apeo»
                          Groucho Marx

 

Hace un mes que no escribo. Y este marzo se han cumplido dos años de mi lesión medular. Recuerdo que el año pasado celebré el aniversario del evento y amenacé con repetirlo en posteriores ocasiones, pero este año no me he encontrado de humor. No me voy a extender mucho porque odio el drama, pero sí debo dar cuenta de ello, tal como me comprometí a hacer.

Porque no todo son logros y sonrisas.

Sección sobre mi estado de saludLlevo una mala racha de salud. A los perennes dolores lumbares hay que sumar una nefasta racha de infecciones. Por «mala racha» me refiero exactamente a cuatro infecciones en los dos últimos meses. Es decir, que me he pasado más tiempo infectado que sano. Durante las últimas dos, ni siquiera consulté al médico ni acudí a urgencias: sabía que de hacerlo acabaría ingresado. Y estoy HARTO de los hospitales y la mala gestión que se ha hecho de mis enfermedades. Me la jugué auto-recetándome un tratamiento con los antibióticos que me habían sobrado de otras infecciones, con la esperanza de que fueran efectivos contra las desconocidas bacterias que intentaban aprovecharse de mi organismo.

Y funcionó. Aunque esquivé el hospital, no me libré de sufrir los efectos de la infección y los antibióticos en casa. Pero lo peor está siendo el descubrir que la «abundancia» de infecciones del año pasado no fue algo excepcional; parece que va ser la tónica habitual de lo que me queda de vida. Mi médico de Toledo ya me advirtió que con una lesión tan alta como la mía, iba a tener problemas de salud de muchos tipos. Entonces me estaba recuperando y me encontraba perfectamente, así que no le di mucho crédito. Estos dos años he comprobado que es verdad. 

Lo mismo puedo decir de los intensos dolores que sufro casi en todo momento. Esta última semana se han recrudecido y he tenido que retomar el consumo de marihuana medicinal. 

Hay dolor

En algo, sin embargo, he tenido suerte. Al salir de visitar a mi padre en el hospital, tuve un accidente con mi moto. Ya entraré en detalles otro día; baste decir que, milagrosamente, no he sufrido secuelas de importancia. Mi moto no fue tan afortunada como yo. Está de vuelta en el taller, y esta vez no va a ser cosa de una semana. 

¿Mi padre en el hospital? Pues sí, él tampoco se ha librado de las malditas bacterias. Desde que tuve la lesión medular, verle me resulta cada vez más doloroso. Lo he pensado mucho, pero no sé a qué se debe: ¿a que ahora sé mejor lo que sufre mi padre en su estado? ¿A que odio que me vea en silla de ruedas?

Y a nivel moral, reconozco que ando tocado. Ninguno de mis proyectos termina de cuajar; ni siquiera los que tenía al salir de Toledo. Sigo sin carnet de conducir, sin vivir en mi casa, sin trabajar, el tema de la moto no termina de arrancar, sigo sin asistir a fisioterapia con regularidad… Solo la silla de ruedas me ha salido bien. Y los nuevos proyectos van por el mismo camino: la impresora 3D está montada, pero sin calibrar, este blog no termina de ser como quiero, aquel famoso decálogo, los proyectos para el 2019, etc.

Hace tiempo me propuse guardar unas horas para hacer cosas que me gustan, todos los días. Ha sido un gran acierto. Cuando estoy con gente me olvido de todo y disfruto. Lo demás supongo que se me pasará en cuanto me encuentre un poco mejor. He postergado algunas charlas con amigos. Espero que me perdonéis, cuando estoy así no me gusta hablar con nadie, no me gusta quejarme ni transmitir mi tristeza. 

¿Será que me meto en demasiados fregados? Quien mucho abarca, poco aprieta. Siempre he sido una persona activa y es posible que no esté sabiendo adaptarme a las limitaciones que entraña mi discapacidad. No me rindo fácilmente y no pienso renunciar a nada, al menos de momento. Voy a esperar hasta estar instalado en mi casa y que se normalice mi vida.

Cuentas de febrero

Otro mes en números rojos

Voy con los gastos de febrero, que llevo bastante retraso. En verde oscuro están los gastos únicos necesarios que no se repetirán. En verde claro los gastos necesarios o inevitables. Los gastos «comprensibles» están en naranja. Y en rojo los gastos de los que podía haber prescindido. Es bastante dinero, pero más de la mitad son gastos que no deberían repetirse en meses posteriores. Si se mantiene este nivel de gastos innecesarios empezaré a preocuparme. 

Además, hay que notar que tengo unos gastos fijos considerables (y este mes, por ejemplo, no compré medicinas), que un volumen no desdeñable de ellos descenderán cuando me «re-independice» (quizás aparezca algún otro) y que los gastos comprensibles (ocio «admisible») son bastante bajos.

A modo de conclusión, cuando mi situación se normalice, si no surge nada más, creo que podré apañarme con mi pensión. Lo confirmaremos en los próximos meses.,