Pandemic Iberia
El amor se hace más grande y noble en la calamidad
‘El amor en los tiempos del cólera’, de Gabriel García Márquez

 

Hace un mes jugué mi primera partida a un juego en una mesa en… más de año.

La lesión medular me robó muchas de mis aficiones, pero respetó la mayor: los juegos de mesa. Mejor o peor, todavía puedo seguir moviendo las piezas, pues casi todo el trabajo lo hace la cabeza. Sin embargo, llegó la pandemia para arrebatármelos.

Ya he comentado que con un 30% de la capacidad respiratoria, cualquier enfermedad pulmonar puede ser mortal para mí. La covid no es ninguna broma y no pude permitirme el lujo de hacer excepciones o tener momentos de relajación. Mi aislamiento ha sido mucho más severo que el de cualquiera de vosotros. Los juegos de mesa fueron los primeros en caer.

Pandemic Iberia

Pandemic Iberia, el juego de mesa

Pero tras sufrir una grave lesión medular que me cambió la vida por completo, logré adaptarme y volver a ser feliz, así que no iba a permitir que un nuevo contratiempo me arruinase la vida. Según las premisas del capitalismo liberalista, la economía y sus agentes se reajustan ante una crisis hasta recuperar una situación de equilibrio; «a grandes males, grandes remedios». Esa es exactamente la idea. Pero vistas la gravedad, frecuencia y duración de las recientes crisis, mi «reajuste» debía ser más eficaz que el de nuestro sistema económico.

Antes de continuar, soy consciente de que el ocio y las aficiones pueden parecer triviales ante lo que sufren algunos por la covid. Espero que nadie se moleste, pero pido disculpas si ofendo a alguien. La salud mental también es importante. Yo necesito motivaciones para seguir adelante con mi vida, para salir del patrón de dolores continuos y limitaciones que conforman mi día a día. Tengo más aficiones y otras motivaciones, pero hoy voy a hablar de este por lo importante que ha sido y sigue siendo para mí.

Volviendo al tema: la solución a la reclusión a la que muchos han recurrido han sido los videojuegos —a los que yo nunca he sido un gran aficionado y a los que las manos que me ha dejado la lesión medular me impiden jugar— y la televisión: yo llevo una docena de años sin antena, y en general apenas veía la tele. La lesión medular cambió eso: al tener que pasar mucho tiempo en cama, los contenidos bajo demanda —series y películas— pasaron a amenizar dichos descansos. Pero ni siquiera me planteo ver la televisión cuando estoy levantado. Necesitaba otra cosa.

Partida al Maracaibo

Surcando las aguas del Caribe virtual

Al poco de declararse la pandemia, encontré un programilla llamado Tabletop Simulator que un amigo me regaló hace años y no había usado desde entonces. Se trata de un entorno 3D en el que se pueden cargar módulos con las piezas de diversos juegos de tablero. Así, cada jugador se conecta desde su casa y juegan juntos mientras charlan tranquilamente. Pero no todo era de color de rosa: me cuesta mucho manejar el ratón y hacer movimientos precisos —el botón derecho no puedo ni pulsarlo—, y la gran mayoría de mis amigos ni siquiera probaron el programa, «porque jugar online no es lo mismo». Es evidente que no es lo mismo: las sensaciones no son iguales, se pierde parte del factor social. Pero estamos en medio de una pandemia global, no se puede seguir con la vida como si nada.

Los comienzos fueron duros, pero una vez adquirí fluidez con su manejo, se desveló como la solución ideal a mi problema. Y también tiene sus ventajas: permite probar juegos nuevos antes de comprarlos y es más fácil quedar con alguien online que físicamente.

Y, por supuesto, me ha permitido conocer a gente nueva. Gente estupenda que seguramente nunca llegue a leer esto. Nunca se sabe hasta dónde puede llegar esta amistad. Durante los primeros años de la comercialización de Internet, cuando empezaba a llegar a algunos hogares, conocí a otros aficionados a los juegos de rol. Con algunos de ellos trabé una amistad muy estrecha, y aún a día de hoy —más de veinte años después— seguimos en contacto casi diario gracias a las nuevas tecnologías y hacemos lo posible por reunirnos todos los años, a pesar de vivir ya no en diferentes provincias, sino en diferentes países.

Partidas mayo

Partidas a juegos de mesa de mayo; el 99% jugadas online. Haz clic para ver la imagen en grande.

Hay otras formas de jugar a juegos de mesa online, pero ninguna recrea la experiencia tan bien como Tabletop Simulator. Puede que solo me haya ocupado una hora diaria, pero me ha permitido mantener un contacto regular con la gente. Ha sido mi vínculo con el exterior de la burbuja en la que he vivido este año y medio. Por eso quiero dar las gracias de corazón a todos los que habéis compartido conmigo algunos de estos momentos. Si alguna vez llegáis a leer esto, sabréis lo importantes que habéis sido para mí.

 

 

 

 

 

 

 

Partes del cuerpo

¿Verdad que suena a mensaje de adolescente pre-púber? En realidad solo es un título para captar vuestra atención y contaros otra de las dificultades a las que me enfrento cada poco tiempo. O no.

 

A los dos días del último atropello, mis dolores neuropáticos habituales se agudizaron. En un principio no le di importancia, porque con mis dolores cada día es una aventura diferente. Sin embargo, el tiempo pasaba y no hacía más que empeorar; algo me estaba pasando. Pero el problema de no tener sensibilidad en el cuerpo es que no tienes ni idea de cuál puede ser el problema.

No era ni mucho menos la primera vez que me sucedía, así que hice lo mismo que siempre: apechugar y seguir con mi vida con la esperanza de que se cure solo.

La mayoría os estaréis preguntando por qué no acudí al hospital; es lo que siempre me aconsejan cuando me veo en estas circunstancias. Pero es algo que ya hice en varias ocasiones, sin ningún resultado. Al fin y al cabo, los médicos no son adivinos y no pueden diagnosticar sin síntomas, o con los síntomas equivocados. Además, todo esto sucedió en pleno pico de la tercera ola de la pandemia y no era el mejor momento para visitar hospitales.

Médico adivino

Este es el tipo de profesional que necesito

Los dolores fueron evolucionando y no tardé en darme cuenta de que tenía la costilla rota o fisurada. Era el mismo dolor que la otra vez que me atropellaron; incluso en la misma zona. Además, todo cuadraba: en el accidente se rompió el reposabrazos izquierdo de la silla, seguramente al impactar contra mi costillar izquierdo. Es verdad que los golpes fuertes en esa zona también pueden ser muy dolorosos y mi médula transforma todos los síntomas, pero como llevo así casi un mes, yo apuesto por la fisura o la fractura.

Como ninguna de esas lesiones tiene otro tratamiento que el reposo, seguí con mi vida intentando evitar los esfuerzos. El problema es que en mi vida todo requiere esfuerzo, y más viviendo solo. ¿Cómo? Sí, vale, admito que vivir solo en estos momentos parece una locura y quizás lo sea, pero debo luchar para conseguir lo que quiero. Y puede que este no sea el mejor momento, pero llevo tres años esperando que llegue ese día y no hago más que encontrar una traba tras otra. Por algo me llaman tetraterco…

Partes del cuerpo

Conociendo mi cuerpo

Como decía en el título de esta publicación, estoy conociendo mi cuerpo. La falta de sensibilidad me impide saber cuándo hago algo que dañe mi costilla, pero aunque no sea de forma inmediata, ese daño me llega multiplicado en forma de dolor neuropático, horas o días más tarde. Así no es fácil saber qué me está haciendo daño…

Esta última semana la situación se ha complicado. El dolor me dejaba baldado y no podía levantarme de la cama. Incluso en la cama me encontraba fatal. Hace unos días descubrí el motivo: los dolores neuropáticos habituales solo me permitían dormir recostado sobre el lado izquierdo y al hacerlo, estaba dañando sin querer mi costilla lesionada. El dolor no era inmediato y por eso no me daba cuenta.

Dicho así, parece de estúpidos no darse cuenta y admito que no ha sido uno de mis momentos más lúcidos, pero os aseguro que con los dolores neuropáticos no es tan evidente como creéis.

Ahora me encuentro algo mejor. He podido corregir levemente mi postura y aguanto dos o tres horas al día levantado: lo suficiente para asearme, comer y jugar un ratito online con mis amigos. Claudia me ayuda limpiando un par de veces al mes (vendría más si yo le dejara), me trae la comida casi todos los días y me hace algún apaño rápido.

Y con eso voy tirando…

Sección sobre mi estado de saludSigo con mis achaques. La semana pasada los mareos no me dejaban ni sentarme en la silla y los dolores no desaparecen. Son mareos que siento con frecuencia, cuando levanto la cabeza, o cuando me ponen de pie. Esta semana los mareos están siendo sustituidos por una sensación de hormigueo por todo el brazo izquierdo, que culmina con una parálisis parcial en la mano… y más dolor. Cada semana —a veces cada día— es una historia nueva. Empiezo a pensar que nunca voy a estar ni medio bien y que debo acostumbrarme a vivir así. Mi lesión medular es muy grave y supongo que debo dar gracias por seguir vivo.

Igual que debo dar gracias por no haber caído en las garras del virus que ya infecta a tanta gente. Recordaréis que en la última entrada ya adelanté que estaba extremando el cuidado, ya antes de que se anunciarán las medidas oficiales. No voy a daros mucho la brasa con este tema, que bastante tenemos ya, pero sí me gustaría compartir con vosotros una reflexión.

¿Cómo es que el virus está afectando tanto a España, que ni está geográficamente cerca ni mantiene relaciones estrechas de ningún tipo con China? Y en mi opinión la situación es mucho más trágica de lo que nos cuentan. Conozco varios afectados que no han sido sometidos a pruebas, porque no las hay. Seguramente los infectados no se cuenten por decenas de miles, sino por millones.

Pandemic

En este juego combatimos una pandemia en la España del S. XIX; algunos sanitarios hoy en día han tenido que trabajar igual de preparados

La tendencia natural del español es echar la culpa a otro, ¿y qué mejor cabeza de turco que el gobierno? Tampoco es que sea un «turco» propiamente dicho, porque su gestión está siendo nefasta, pero rara vez se llega a una situación tan crítica sin culpa compartida.
A esta gestión nefasta del gobierno debemos añadir la incompetencia de la oposición, que por mucha crítica furibunda que lance, ni en su momento sugirió nada, ni —peor aún— tampoco lo está haciendo ahora, salvo cosas que sabe imposibles. No les interesan los españoles, ni curar la enfermedad, ni minimizar el número de afectados, solo están interesados en sacar rédito político de la situación en estos momentos en los que la unidad es más necesaria que nunca. No se quienes me dan más asco. Bueno, sí que lo sé: las personas «de la calle» que aprovechan estos momentos para hacer política, ya que para ellos ni siquiera es su forma de vida

Y por supuesto, una parte de la culpa la tenemos nosotros, los españoles de a pie, que hacemos lo que nos da la gana y nos lo tomamos todo a cachondeo. A día de hoy, con todo lo que nos ha caído, me sigue escribiendo gente por Wallapop para quedar físicamente para comprar cosas. Pero siempre es más fácil echarle la culpa a otros. Ahora queremos respiradores, nosotros que durante años hemos esquilmado la sanidad pública; queremos que el gobierno compre material médico, pero evitamos pagar impuestos —legal o ilegalmente— a la mínima que podemos; queremos una vacuna, pero nuestra inversión en investigación es casi negativa.

En general, estoy llevando bien el encierro. Estuve más de 15 años de autónomo trabajando casa, y estos tres últimos años me sacado un doctorado en quedarme encerrado en casa/el hospital. Sin embargo, reconozco que la situación me está afectando mentalmente. Ya sabéis que yo no soy un amargado, que me gusta reírme como el que más, que soy optimista y todo eso, pero… Espero volver a escribir pronto y aprovecharé para contároslo.

Intención de voto

La principal preocupación de los políticos… y muchos españoles

 

No quiero despedirme sin enviar un fuerte abrazo a todos los afectados, o a los que tengáis familiares o amigos afectados. Espero que podáis recuperaros, a ser posible pronto, con poco sufrimiento y en casa. Y por supuesto, a los sanitarios y todos aquellos que os veis obligados a salir a trabajar en estas circunstancias. El mundo ha demostrado no estar preparado para algo como estoy, así que debemos pensar que dentro de malo, esta pandemia tiene una tasa de mortalidad bastante baja. Espero que aprendamos y que la próxima no pille a la humanidad fuera de juego.

 

Ya se cumple otro mes sin escribir, y ahora lo hago desganado, algo que debería evitar. Este blog se está convirtiendo en un relato seriado de mis dramas, cuando pretendía justo lo contrario. Por otra parte, prefiero relatar mis cuitas aquí que en persona, porque me gusta dedicar el tiempo que paso en compañía a cosas alegres.

Sección sobre mi estado de saludOs conté que el 4 de enero amanecí con el brazo derecho paralizado. Me ha costado, pero con paciencia y algo de esfuerzo he recuperado casi todo lo que perdí. Nadie ha sabido decirme qué me pasó, pero lo más importante es que lo peor ya ha pasado.

Sin embargo, desde hace tres semanas, mis dolores se han acentuado mucho, hasta el punto de no poder moverme de la cama. Me he pasado una quincena larga casi sin levantarme, y ahora comienzo a hacerlo con mucho sufrimiento después de haber retomado las drogas duras. Tengo claro que algo me ha sucedido, porque hay un antes y un después evidente. Entiendo que ese algo es muy difícil de diagnosticar, porque al no tener sensibilidad en casi ninguna parte del cuerpo, no presento más síntomas que el dolor neuropático, pero no consigo transmitir esa idea a los médicos, que en vez de intentar averiguar qué me pasa, se limitan a recetarme medicamentos.

Para mayor desgracia, han cambiado a mi médico de cabecera, que llevaba conmigo desde el derrame en la médula y era de los pocos profesionales que se preocupaba por mí. Además me han retrasado mi cita de revisión en el Hospital de Parapléjicos de Toledo de febrero a junio; y no sé por qué: en Toledo echan la culpa a alguien de Valladolid (sin especificar), y en Valladolid nadie sabe nada. Otro día hablaré de los médicos…

Museo Nacional de lo Accesorio y lo Irrelevante

Una de mis primeras traducciones; hoy la veo encarnada en la casa de mi madre

A pesar de haber recuperado lo suficiente del brazo y la mano, los dolores me impiden vivir solo, así que sigo en casa de mi madre. No está siendo fácil; estaba consiguiendo desconectar y otra vez me estoy viendo arrollado por su mundo pesimista y deprimente. Ella está mejor —físicamente—; aunque yo no era partidario de traerla a casa, debo reconocer que no ha acabado siendo el desastre que me temía. Sin embargo, mi hermano sigue confiando en que mejore y eso no va a ocurrir con una dolencia como la suya, y mucho menos con el total abandono al que se está sometiendo.

Yo en cambio he vuelto a asumir el rol de personaje secundario, incluso después de esto tan grave que me ha pasado. Mi madre siempre se las arregla para ser el centro de atención, tanto cuando está, como cuando no: en las conversaciones de la comida, en las discusiones, por las noches cuando el volumen de su televisor no me deja dormir… Y yo necesito ser protagonista al menos en esta fase de mi vida. Necesito preocuparme por lo que me está pasando.

Aparte, es duro volver a una casa con tantas trabas a la movilidad. Apenas puedo moverme entre parte de mi habitación, parte de la cocina y parte del salón. Casi todo está fuera de mi alcance. La casa de mi madre es un museo lleno de trastos viejos de mis padres que jamás se volverán a usar, pero cuando intento tirar/trasladar/vender algo, me enfrento a mi hermano Carlos, y prefiero no discutir.

En fin, tengo que ponerme bien para poder huir de casa de mi madre. La vida ofrece muchas cosas estupendas, incluso para alguien en mi estado y necesito salud para poder disfrutarlas.

Antes de despedirme, quiero pediros disculpas por estar tan ausente estos últimos meses. Cuando estoy mal anímicamente, no me gusta contagiar a los demás. Por el mismo motivo, quiero dar las gracias de corazón a todos aquellos que me habéis dedicado algo de tiempo en estos malos momentos.

 

 

Sigo con mis problemas de salud, que se manifiestan fundamentalmente en forma de dolor. Son dolores neuropáticos en la zona lumbar, que luego se irradian a las pantorrillas y finalmente a los pies, todas ellas partes del cuerpo en las que no tengo sensibilidad. Y me surgen al apoyar la zona lumbar, en la silla, pero sobre todo al tumbarme boca arriba en la cama. Los sufro desde poco antes de regresar de Toledo, pero este último mes con especial virulencia.

Otro día os hablaré de eso; hoy me limitaré a contaros que estos dolores me impiden moverme mucho y salir de casa. Ni siquiera estoy yendo a fisioterapia, porque son siete kilómetros de trayecto que me resultan bastante traumáticos. Y además luego tengo que volver.

La otra gran traba que me estoy encontrando es la lluvia. Un día ignoré la llovizna para acudir a una consulta relacionada con el atropello de julio en un hospital a un par de kilómetros de mi casa —deseoso de acabar de una vez con ese tema—. Pero a la vuelta la llovizna se convirtió en lluvia intensa. Sequé la silla a conciencia —lo mío me costó—, pero el día siguiente ya advertí problemas en su funcionamiento.

Lloverá en Valladolid

The rain in Spain stays mainly in the plain

Desde entonces no quiero salir cuando llueve, ni cuando amenaza lluvia, porque si necesito volver por cualquier contingencia, no puedo esperar a que escampe. Y últimamente llueve todos los días, en algún momento u otro. El pronóstico de esta semana no es muy alentador, para regocijo de la gente del campo (aunque el volumen de las precipitaciones tampoco les dejará muy satisfechos).

Afortunadamente, están Claudia y Sirka, y me visitan muchos amigos. Además, todavía tengo que hacer muchas cosas en casa.

 

PD: Como habréis advertido, voy a hacer cambios en el blog (de nuevo). Voy a intentar publicar con más frecuencia, pero artículos más breves, sobre uno o dos temas como mucho. También abandono la canción y el juego de cada entrada: apenas sé de música y los juegos no los conocía casi nadie.

 

 

 

Salón

Un espacio mucho más amplio, con las paredes y pilares imprescindibles, para facilitar el movimiento

¡Por fin he vuelto a mi casa! Era el gran objetivo desde que salí del Hospital de Parapléjicos de Toledo. Sin embargo, mi regreso no ha sido como esperaba.

La casa está genial. Yo no sabía muy bien lo que quería ni lo que necesitaba, así que mi hermano ha tomado muchas decisiones por mí. He descubierto que lo más importante es el espacio. Carlos ha acertado de pleno, como podéis ver en las fotos. Es un placer poder moverme por la casa con tanta facilidad. Ya os contaré con más detalle, pero me estoy deshaciendo de muchas cosas.

Mi habitación

Fusión de la habitación de invitados, la sala de juegos y un pasillo, un espacio diáfano

Lo que sí tenía claro es que quería accesibilidad. Quería poder acceder a todo en mi casa. Me estoy dando cuenta de que quizás no sea posible, o conveniente. Otra cosa en la que Carlos tenía razón.

Hay otros aspectos, como el baño, en los que no me hizo caso y no tengo tan claro que vayan a funcionar bien. Pero quiero mantener una actitud abierta porque quizás tenga razón y al final acaben siendo buenas para mí. Ya que están así, voy a probar.

Sé que las reformas se han alargado mucho, pero eso ya pertenece al pasado; lo importante es que ya estoy aquí. Y además de no cobrarme nada, mi hermano Carlos ha invertido mucha ilusión y un tiempo que no tenía en este proyecto, que es todavía más de agradecer. Es el mejor regalo que he recibido y que nunca recibiré. De largo.

Mi cama

Otra perspectiva de mi habitación

Os decía que el regreso no ha sido como esperaba. Me está costando mucho adaptarme, a pesar de que Claudia me está ayudando mucho. Además, está coincidiendo con una etapa de muchos dolores, que no sé si está relacionada. No lo estoy pasando nada bien. No puedo evitar recordar mis últimos meses en el hospital de Toledo, cuando me decían que era una locura irme a vivir por mi cuenta, dada la gravedad de mi lesión.

No obstante, quiero ser optimista. Los principios siempre son duros y cuando la casa esté a punto será algo más fácil.

Hay que tener en cuenta que este es el verdadero principio de mi nueva vida, tal como yo la quería, en mi propia casa. Las mejoras que consiga, a partir de ahora, serán permanentes. A partir de ahora podré ver qué tiempo me queda libre cada día, qué voy a poder hacer y qué no, cómo me organizo para hacer las cosas —la compra, la limpieza o cuidar de la perra, por ejemplo—, si puedo trabajar algo, y un largo etcétera de cosas. Voy a ver cómo va a ser mi vida, en definitiva. Son un montón de nuevos retos que debo afrontar.

No me queda más que agradecer a mis hermanos —sobre todo y de nuevo a Carlos— y a mis amigos por ayudarme a poner a punto mi casa. Hay muchas cosas que contar y esto es un trabajo en curso, así que os seguiré contando.