27 de enero: viento en popa a toda vela

Música: Canción del pirata, de José de Espronceda
Juego: The Pursuit of Happiness, de David Chircop y Adrian Abela

Sección sobre mi estado de salud¿Cómo estoy? Del hospital salí con el estómago destrozado y bastantes dolores, pero la misma mañana de alta me llevaron a la ortopedia a cerrar el encargo de la silla y a jugar con la perra de un amigo; pasé la tarde jugando en un bar. La realidad me puso en mi sitio durante los días siguientes, pero afortunadamente desde entonces he mejorado bastante y estoy retomando mi nivel de actividad habitual. Esta vez con algo más de prudencia.

Revelación del agente Smith

«Quisiera compartir una revelación que he tenido…»

Sección dedicada a acontecimientos extraordinariosHay gente que lee la prensa rosa en la peluquería. Yo, en cambio, tuve una revelación. Hacía años que no pisaba una (antes me cortaba el pelo yo mismo), así que me llevé el consiguiente susto (¿17 euros por un corte de pelo rápido? Whaaaaaaat?). Cuando la peluquera me preguntó si quería que me cortara el pelo en mi silla de ruedas o en la silla de la peluquería (una transferencia bastante difícil: a un taburete móvil, giratorio, con brazos fijos y una considerable diferencia de altura), opté por la transferencia sin pensarlo ni dudarlo. ¿Por qué me jugué la vida innecesariamente? Creo que se debe a que me gusta enfrentarme a desafíos nuevos. Es una actitud que me ha venido muy bien para rehabilitarme, pero que puede ser muy peligrosa fuera del ámbito del hospital y que debo controlar. Debo meditarlo más, a ver si convierto la revelación en un cambio de actitud.

Sección dedicada al trabajoY el notición de la semana: ya estoy oficialmente jubilado. Antes de contaros la resolución, os pongo en antecedentes. Había solicitado una pensión de «gran invalidez», que solo conceden en los casos más graves, en los que el sujeto es incapaz de realizar cualquier trabajo. Fui a la valoración justo antes de ingresar en el hospital, retorciéndome de dolor y casi asfixiado. La médico que me valoró debió alucinar, porque por una parte vio un informe médico chungo, por otra a un tío asfixiándose que aseguraba sentir unos dolores muy intensos que no constaban en el informe, pero que de todas formas afirmaba querer trabajar y estar seguro de que iba a poder hacerlo (sí, soy gilipollas, pero al menos soy un gilipollas honrado). Es decir, que había solicitado una pensión por no poder trabajar y en la revisión dije que estaba seguro de que podría trabajar, mientras me arrastraba por el suelo asfixiado. Y de ahí al hospital, sin pasar por la casilla de salida. Una escena digna de los hermanos Marx. Al final se han portado y me han concedido la pensión máxima (de las posibles para mí). Siendo autónomo, no es que sea para tirar cohetes, pero debería permitirme vivir tranquilo. Si me veis, pedidme que me rasque el bolsillo y os invite a algo.

Camarote de los hermanos Marx

«Déjemelas cortas que aquí ya va faltando espacio»

Por lo demás, no he empezado lo de la autoescuela, sigo con médicos para intentar solucionar los problemas digestivos y los dolores (pero es muy aburrido de contar) y el lunes debería empezar con la fisioterapia en ASPAYM. Y superada la prueba de los cordones, teniendo en cuenta que todos mis zapatos viejos no me valen y que las zapatillas azules que llevaba en el hospital no quiero volver a verlas ni en pintura, he decidido ampliar mi parque móvil de calzado con un par de botas (de cordones, por supuesto). Ya os contaré si soy capaz de ponérmelas.

Un recuerdo especial para mi prima, que esta semana tomará su última pastilla tras una victoriosa lucha contra el cáncer que se ha prolongado durante muchos años.

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8 comentarios

  1. Me encanta leerte Miguel, me alegro un montón que te hayan concedido lo de la gran invalidez, vaya rápido, por lo demás estoy notando que algo masoquilla ya eres, no? qué empeño con los cordones, con lo cómodo que es no tenerlos, ya, ya sé que es para superarte y lo conseguirás, claro que sí, no pierdas nunca el sentido del humor, un besazo.

    1. Bueno, te puedo asegurar que no me gusta sufrir. Pero sí que me gusta probar cosas nuevas. Lo de los cordones es una cuestión meramente práctica: por una parte, es un ejercicio complicado para mí, porque requiere mover los músculos de las manos que a mí me faltan, así que me viene muy bien; por otra, casi todo el calzado emplea cordones y tengo muy poca paciencia para comprar ropa :$

    1. Hice la transferencia bien, de la forma habitual, salvo que tuve que pedirle a la peluquera que sujetara el taburete para que no girara al apoyarme en el brazo de este.

    1. ¡Exacto! La escena en la que el agente Smith, que está torturando a Morfeo, le cuenta su revelación en la que califica a la humanidad de virus.

  2. Vaya con el descastado que no hace mención en ningun momento sobre mi persona y eso que fui la mayor Sufridora. Ni tampoco hablas de tu pupilo, aquel que se quedó con tu legado, perfeccionando aún más tu técnica, aaaayyyyy. Un besito de Marcos y la Descastada

    1. Veo que lo de leer [también] se te da mal.

      En primer lugar, he omitido todas las referencias personales para no ofender a nadie. Es la historia de una médula, ni siquiera es la historia de Miguel.
      Y en segundo lugar, te menciono en varias entradas. Y Marcos es de los pocos pacientes que también menciono.

      Lo que no menciono (pensando en la salud mental de lector) son tus maniobras intimidatorias y dictatoriales, ni tus refinadas técnicas de tortura.

      Besos a discreción!

      PD: Mi técnica solo puede perfeccionarse con un gacheto-brazo

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