2021-05-04: Lo viejo debe dar paso a lo nuevo

Marie Kondo y los juegos de mesa

Es ley de vida. La naturaleza está en constante renovación. Nos pasa a nosotros, los seres humanos, a los animales, a las plantas, e incluso a la orografía. Las únicas excepciones que se me ocurren son Jordi Hurtado y —en menor medida— la reina de Inglaterra.

El Hombre Eterno

Jordi Hurtado a través de los tiempos

Y también sucede en nuestras vidas: nuevos recuerdos reemplazan a los antiguos y vamos encontrando nuevas personas, intereses y cosas que van restando espacio a lo antiguo. Nuestro tiempo y espacio son finitos. No cabe todo; hay que sacrificar.

Este cambio es continuo, a veces imperceptible, pero siempre inapelable. Sin embargo, a veces se produce un acontecimiento en nuestra vida que precipita cambios más bruscos. Mi lesión medular supuso un punto de inflexión radical en todos los ámbitos de mi vida. Valorar todo lo que ha cambiado sería un proceso casi tan eterno como el propio Jordi Hurtado, pero hoy quiero hablar de un aspecto muy concreto de este cambio: las posesiones materiales. O dicho de otra forma: los trastos que tenía en casa.

Soy una persona con infinitas inquietudes y aficiones/adicciones, a lo que se une el caos (o desorden) inherente a mi persona, así que mi casa era un repositorio diverso, sobre todo de las tres pasiones que me han absorbido especialmente a lo largo de mi vida. La primera fue la lectura, alimentada en gran medida por mi padre, desde muy pequeño. La mayoría de los libros los sacaba de bibliotecas y enseguida me pasé a los lectores electrónicos, pero llegué a reunir varios cientos de ejemplares físicos.

Los juegos de rol entraron en mi vida a los doce o trece años y me acompañaron hasta el final de mis estudios universitarios, e incluso más allá. Entre fotocopias —mi economía no daba para más— y libros, superaba ampliamente el medio millar.

Los juegos de tablero fueron ocupando el hueco que iba dejando el rol. La diferencia es que ya no sufría penurias económicas, así que en el momento del derrame en la médula era dueño de casi ochocientos juegos, entre básicos y ampliaciones de estos.

 

Fulana

Are you talking to me?

 

Cuando estás en silla de ruedas, una de las primeras cosas que debes hacer es adaptar tu casa. Necesitas más espacio para pasar por las puertas, más espacio para girar, más espacio para moverte por y acceder a los sitios. Cuando vas en silla de ruedas necesitas mucho más espacio para todo.

Los apuntes de la carrera, los casettes de música y los más de mil cedés y deuvedés de películas y partidos clásicos de la NBA fueron los primeros en ganar un billete solo de ida a la basura: apenas tenían valor y puedo recuperar los contenidos de otras fuentes si los necesito. De hecho, confieso que verme obligado a deshacerme de los apuntes de la carrera me produjo cierto placer morboso. Repetiría sin dudarlo.

Caja roja de Dalmau

Mis primeros libros de rol

Sin embargo, aquello era una parte muy pequeña de mis trastos. Era evidente que necesitaba deshacerme de más, pero cuesta renunciar a recuerdos tan queridos, y tardé en asimilarlo y apreciar el auténtico valor que ahora tenía el espacio para mí. No podía permitir que la nostalgia dominara mi vida.

Una cosa tenía clara: no quería tirar nada, tanto por el aspecto medioambiental como por el sentimental. Lo cual supuso un problema con mis libros, que fundamentalmente eran ediciones viejas y baratas. No los querían ni en los rastros benéficos. Al final, a base de paciencia, regalar y venderlos a precios ridículos, me he quedado con unos cincuenta, a los que también espero dar pasaporte.

Me costó especialmente deshacerme de los libros con los que empecé mi carrera profesional como traductor. Pero terminó siendo una nueva batalla ganada en mi guerra contra la nostalgia.

Mi madre ya se encargó de diezmar mi colección de libros de rol durante los años que viví de alquiler. Empecé compartiendo piso con unos amigos y no había espacio para llevarme todos mis trastos. Mi madre sentía una inquina especial contra mis libros de rol y supongo que fueron demasiados años con el enemigo en casa. Todavía me quedan un par de cientos. He regalado unos pocos —los de mayor carga sentimental— a los que más jugaron conmigo, y los demás aún están en lista de espera. Me cuesta manipular los libros y pasar las páginas, así que el pragmatismo me ayudó a tomar la decisión.

 

Marie Kondo y los juegos de mesa

¡Vale, vale! ¡Me rindo!

 

Y capítulo aparte han sido los juegos de tablero. Con mucho esfuerzo, he conseguido vender más o menos la mitad de lo que tenía. Y digo mucho esfuerzo porque la mayoría los he tenido que empaquetar y enviar fuera de Valladolid, o incluso de España. Varios se habían convertido en artículos de coleccionista, así que he recuperado con creces el dinero que invertí en comprarlos. Solo con los que he vendido he sufragado mi silla de ruedas.

Sin duda, es lo que más espacio y dinero me ha dado, pero también lo que más me ha hecho sufrir. Ha sido mi principal hobby durante los últimos años y a diferencia de los libros, los juegos todavía podía usarlos.

En fin, si habéis llegado hasta aquí, disculpad el tostón. Ha sido una parte muy importante de mi vida como tetraterco, en términos de tiempo invertido, carga sentimental y fisonomía de mi casa, y sentí la necesidad de contarlo. Muchas gracias por acompañarme en esta catarsis.

 

 

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7 comentarios

  1. No es ningún tostón. A mí me encanta leer cuando escribes sobre tus aficiones y sobre todo de juegos de mesa, por supuesto. Qué placer compartir contigo «en mesa» por ahora digital. Te imaginas que todos los juegos que has jugado por TTS nos ocuparan espacio? jeje Vaya desastre!

    Un besito, Migue. (Y huye ya de Mecatol antes que sea demasiado tarde)

    1. ¡Madre mía, con lo que me ha costado reducir mi colección!

      Mecatol Rex fue mi perdición. Tenía que haber salido a sacudirle a Ricky 😀

  2. Ayyyyyyy! Los libros de rol ! Y las cartas de Magic! Esas se merecen un capítulo entero por lo menos. Que buenos ratos pasamos con todo lo q nos enseñabas.

    1. ¡Buf! ¡Más de uno! La de cientos de euros que tiró mi madre con las cartas de Magic… :»'(

      Aún me queda alguna tierra doble muy gastada que se salvó de la quema porque las había prestado 🙂

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