Música: What a Wonderful World, de Louis Armstrong
Juego: Dungeon Lords: Happy Anniversary, de Vlaada Chvátil
La semana pasada estaba en el hospital, infectado por un bicho desconocido y con una quemadura horrible en la pierna. Ese mismo día conseguí que me dieran el alta con un tratamiento intramuscular. Dos amigas enfermeras que viven por aquí cerca se ocuparon de las inyecciones e hicieron un milagro con mi quemadura: tenía un aspecto horrible y en solo una semana ha pasado a tener mal aspecto. No pongo foto para no herir sensibilidades.
Por lo demás, sigo igual: dolores en las lumbares, el calor me marea y me provoca fiebre… Pero gracias a vuestras sugerencias y algunas ocurrencias mías, lo llevo mejor. Algunas de las soluciones irán a parar a los supertruquis.
Muchos me preguntáis por el concurso de la camiseta. Ya tengo algunas respuestas, pero a veces es complicado saber qué es lo que está funcionando, y otros posibles remedios necesitan tiempo para ejercer su efecto. En la siguiente encuesta podréis decidir cómo revelo las soluciones. Si aún queda algún despistadillo, este domingo cerraré el plazo de participación.
Pero vamos al tema de hoy. Hace tiempo os conté que haberme quedado en silla de ruedas y tener una pensión, aunque sea justa, me ha permitido apearme del vertiginoso carrusel de trabajo-ocio-descanso. Y os decía que gracias a ello he redescubierto algunos aspectos de la vida que antes no podía o no sabía apreciar en su justa medida.
No me refiero a que ahora me haya dado cuenta de la importancia de la salud o de otras cosas que antes daba por garantizadas y ahora he perdido. Ya sabéis que yo siempre intento ver el lado positivo de todo, así que me refiero más bien a cosas que antes no me hacían feliz y ahora sí, o a cosas que he redescubierto y ahora disfruto mucho más.
Os voy a poner el ejemplo de las reuniones sociales. Siempre he tenido una pequeña fobia a lo social, debida, supongo, a mi timidez. De pequeño rehuía todo contacto con desconocidos; no sabía reaccionar. Lo superé, pero aunque aprendí a disfrutar de la compañía de la gente, siempre llegaba un momento en el que me entraba una especie de cargo de conciencia o malestar, y necesitaba marcharme, aunque no siempre lo hacía.
Ahora disfruto mucho más con la gente, hasta el punto de que a veces me retraigo y me quedo escuchando sin participar en la conversación, siendo consciente de lo bien que me siento y disfrutando por tanto de esa sensación. Parece un estado mental derivado de la paz interior, algo similar al nirvana budista.
Creo pues que mi nueva condición me ha hecho cambiar de asiento en el tren de la vida; y ahora las vistas son diferentes. Parecidas, porque el entorno que recorre el tren es el mismo, pero diferentes.
Ahora tengo mucha más paciencia, con los demás y también conmigo mismo. Soy más comprensivo. Mis tendencias obsesivas (perfeccionismo, coleccionismo, optimización máximo del tiempo, etc.) se han suavizado. Disfruto más de los pequeños detalles…
En definitiva, creo que a pesar de las infecciones, los dolores y los malos momentos, que también los tengo, soy más feliz que antes. Y diréis: «¡venga ya, tío!, si estás paralizado de cuello para abajo, hay un montón de cosas que ya no puedes hacer y encima te retuerces de dolor, ¿cómo vas a ser más feliz?»
Pues no lo sé, pero es la sensación que tengo. Quizás se lo deba a los extraterrestres que me abdujeron. También es posible que las numerosas paradas cardiorrespiratorias que tuve en la UVI hayan acabado con la poca cordura que me quedaba. O puede que al fin me haya llegado la madurez (no, eso creo que no). Es posible que dentro de dos meses la situación cambie radicalmente. Pero de lo que estoy seguro es de que ahora disfruto más con las cosas que sí puedo hacer y las cosas que no puedo hacer me preocupan menos.
La semana que viene me explico mejor (o no).
Bueno no sé cómo de perfecto hacías las cosas antes, (aunque me acuerdo cómo actúabas haciendo las cosas en Toledo) pero puedo decirte que escríbendo lo eres. Cuentas las cosas tan perfectamente que siento lo que escribes y cuando termino siempre me quedo esperando más.
Te mereces ser «feliz en la adversidad» como dice Esther y que sigas contando los problemas y no, a los que te leemos.
¡Hola, Gilberto!
Te agradezco mucho tus palabras y los sentimientos que tú también has sabido transmitir de forma impecable.
Creo que todos nosotros hemos pasado penurias y nos merecemos un poco de felicidad. Pero también hay que saber buscarla.
¡Un abrazo!
Miguel
Yo hace sólo unos meses que te conozco, y me ha conquistado tu forma de ser, siempre tan amable, tratándome con confianza y naturalidad. Eres admirable, y hoy, leyendo el blog… me has emocionado con tus palabras, porque, al decir que te sientes feliz, nos haces felices a los que te queremos, y tenemos el privilegio de tenerte como amigo. Gracias Miguel, por tu vida ejemplar. Eres una persona extraordinaria! Con cariño Aurora
Hola, Aurora.
Te agradezco de corazón tus exagerados elogios. Yo me limito a intentar vivir la vida, tú sí que eres una persona ejemplar, que dedicas la tuya a ayudar a los demás.
Pero me alegro mucho de haber podido aportar un poquito de felicidad a la tuya.
un abrazo
Miguel
Ser feliz. Ese debería ser el objetivo de cada día de la vida, aunque no todos los días lo consigamos. Pero en eso debemos trabajar, pese a las obligaciones, preocupaciones y problemas, de salud o del tipo que sea.
De nuevo nos das lecciones de vida. GRACIAS.
Yo creo que si te paras a pensar en lo que tienes, tanto lo material como – y sobretodo- lo inmaterial, disfrutarás más de ello y serás más feliz.
Pero la sociedad capitalista en la que vivimos nos lo pone difícil. Siempre tenemos que tener más y mejor, hay que ascender en el trabajo, etc…
Buenos días Miguel! Está fenomenal tu blog (aunque mi opinión sobre blogs no creo valga mucho, pues no recuerdo haber leído ninguno antes – hasta para eso soy vago-). Siempre pensé que serías escritor (por tus ansias de lectura y tu buena cabeza que siempre envidié (junto a tus cartas de Magic), aunque no de un blog. Me parece una currada impresionante. Hace mucho tiempo que no nos vemos, pero algo que no ha cambiado es que sigues aportando muchísimas cosas a todos los que te rodean, cómo siempre has hecho, con enorme alegría e ilusión, sin esperar nada a cambio. Darte las gracias por ello! Gracias también por compartir tus experiencias y sentimientos en el blog, sobre todo para aquellos que no te conocen, o que con el tiempo hemos perdido el contacto. a ver si nos vemos pronto. Un fuerte abrazo!
¡Anda, José! Qué alegría me da leerte 😀
Muchas gracias por tus generosas palabras. En cierto modo, los traductores somos escritores, aunque es verdad que apenas he hecho trabajos literarios. Por eso elegí el blog como vehículo de comunicación; tiene mucha menos popularidad que los vídeos o los podcast, pero a mí me resulta más sencillo :p
Sigues en Valladolid? Si estás por aquí da por hecho lo de quedar un día 🙂
Gracias Miguel, porque cada entrada de tu blog nos está abriendo los ojos a muchos y con tus reflexiones nos haces pensar, ya que nos haces descubrir una nueva forma de ver la vida.
Sobretodo porque a través de tus experiencias narradas con tanta sinceridad y realismo, tanto en los momentos de desánimo de los que hemos sido testigos hasta llegar a esos momentos de bonanza, nos has ido demostrando que nada es gratuito, que hay que pelear por las cosas pero con paciencia y perseverancia que es la única forma de lograr el triunfo.
No cambies nunca, el mundo necesita personas como tú.
Un besito.
Muchas gracias otra vez, Pilar. Sigo pensando que exageras, pero siempre me gusta leerte.
Sí que hay cosas gratuitas, quizás las más importantes. Pero resulta más fácil valorar lo que nos cuesta.
Un abrazo!