Bill Gates

La historia de la vacuna, como todo lo que rodea el coronavirus, ha sido turbulenta. Hay teorías conspiranoicas para todos los gustos; yo no las he prestado mucha atención y voy a intentar no entrar al trapo con ellas, pero me alegra comprobar cómo una a una se van derrumbando como castillos de naipes.

Conspiranoias

Esto solo es un extracto del menú

 

Sin caer en la paranoia, es razonable desconfiar de una vacuna que se ha desarrollado ocho veces más rápido que cualquier otra, por eso es de agradecer que hicieran públicos los resultados de las pruebas y salvo que creas que te están ocultando algo, dichos efectos secundarios —aunque incómodos—, son temporales y mucho menos graves que los del coronavirus (y otros medicamentos de consumo habitual). Sin embargo, no han tenido tiempo para probar los efectos secundarios a medio y largo plazo que, a mi modo de ver, es lo que puede dar más miedo.

Y es que en definitiva, esa es la cuestión: ¿tienes más miedo a los efectos de la vacuna o al coronavirus? Es un tema tan sensible y a la vez tan importante que yo no voy aconsejar nada, cada uno ha de valorar las circunstancias globales y personales, y tomar la decisión por su propia cuenta. Yo me limito a explicar mi proceso mental.

 

Miguel Bosé

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Cuando no entiendes de algo, lo mejor es ponerte en manos de los que sí saben y contrastar varias opiniones. Muchos siguen los dictados de su partido político, pero yo me fío más de la comunidad científica que —casi sin voces discordantes— aboga por la vacunación. La opinión que terminó de convencerme fue la de Luis Enjuanes, director de la investigación de la vacuna española, que, a pesar de ser competencia directa y a la luz de los resultados de los ensayos clínicos, recomendaba fehacientemente Pfizer y Moderna.

 

Vacunación política

Es triste que hasta esto se haya politizado

 

Además, para que se genere una casuística suficiente para valorar los posibles efectos a medio o largo plazo habrá que esperar años. Y en mi situación de paciente de riesgo no parece una situación viable. O vives solo en el monte, o no se puede esquivar una pandemia durante años.

También tenemos el componente social: si nadie se vacuna, la pandemia seguirá matando a millones y destrozando el tejido económico año tras año, hasta que aniquile a la raza humana o desarrollemos una inmunidad natural. La única forma de parar una pandemia tan contagiosa pasa por vacunar a un gran porcentaje de la población. Vacunarse es la decisión socialmente responsable.

No voy a publicar mi opinión sobre la gestión que la administración está haciendo del plan de vacunación; quizás lo haga otro día. Lo importante es que me llamaron para la primera dosis a finales de febrero. No me convocaron por ser paciente de riesgo, sino por ser gran dependiente. Así que allí estaba yo, haciendo cola en el centro de salud, con mi moto y mi costilla rota/fisurada, rodeado de viejecitos y sus cuidadores; algunos no sabían ni a qué venían. Por una parte, me alegra que me hayan convocado pronto; por otra, es un poco deprimente comprobar el grupo en el que me han metido. ¿Estoy igual de cascado que ellos?

En fin, como no tengo sensibilidad en el brazo derecho, les pedí que me pincharan ahí. Eso de no sentir el pinchazo es una de las pocas ventajas de mi lesión medular. Esa misma noche no podía tumbarme por las náuseas, pero los mareos tampoco me dejaban permanecer erguido en la silla, así que me pasé casi todo el tiempo derrumbado sobre una mesa, procurando no apoyar la costilla lesionada. La fiebre no me dejaba dormir y notaba que el brazo derecho, el de la inyección, comenzaba a fallarme, así que decidí echarme a la cama por si la cosa empeoraba (con un solo brazo no puedo pasar a la silla ni bajarme de ella).

 

Trumpada

¡Gracias por la vacuna, señor Trump!

 

Y el brazo empeoró… hasta quedarse casi paralizado por completo. No es la primera vez que me pasa, y desde entonces me ha sucedido otras veces con menor intensidad. Supongo que que mi médula defectuosa transformó los dolores en el brazo inyectado de los que muchos vacunados se han quejado en parálisis. Así que decidí esperar el par de días qué dicen que duran los efectos secundarios antes de entrar en pánico.

No tuve que esperar tanto. Al día siguiente ya había recuperado parte de la fuerza, la suficiente como para pasarme a la silla e ir al baño. Con paciencia, esfuerzo y la comida de Claudia, en un par de días se había pasado todo.

La primera dosis de la vacuna me pilló en mi casa, viviendo solo. Lo de la parálisis pudo haber sido un problema grave, así que decidí ir a casa de mi madre a pasar los efectos secundarios de la segunda dosis, que según dicen son peores. Sin embargo, esta vez todo fue más normal.

Y en esas estoy. Esperando a que me hagan efecto y a que se me pase lo de la costilla para recuperar un poco de la vida social que he perdido. Confieso que estoy un poco asustado. No por la pandemia, sino porque llevo tanto tiempo sin salir, que no sé cómo va a responder mi cuerpo. Creo que me encuentro bastante peor que hace un año, pero pronto lo comprobaré.

 

Bill Gates

¿Pretendes controlar a toda la humanidad, Bill Gates?

 

PD: No miré mientras me vacunaban, pero creo que no me han introducido ningún microchip. Claro que si es microscópico… El caso es que el Windows me sigue gustando tan poco como antes, pero el mismo día que me pusieron la segunda dosis me compré una licencia de Windows 10… ¡Maldito Bill Gates! ¿Me estará controlando? ¡Si ni siquiera tengo 5G!