Ya se cumple otro mes sin escribir, y ahora lo hago desganado, algo que debería evitar. Este blog se está convirtiendo en un relato seriado de mis dramas, cuando pretendía justo lo contrario. Por otra parte, prefiero relatar mis cuitas aquí que en persona, porque me gusta dedicar el tiempo que paso en compañía a cosas alegres.

Sección sobre mi estado de saludOs conté que el 4 de enero amanecí con el brazo derecho paralizado. Me ha costado, pero con paciencia y algo de esfuerzo he recuperado casi todo lo que perdí. Nadie ha sabido decirme qué me pasó, pero lo más importante es que lo peor ya ha pasado.

Sin embargo, desde hace tres semanas, mis dolores se han acentuado mucho, hasta el punto de no poder moverme de la cama. Me he pasado una quincena larga casi sin levantarme, y ahora comienzo a hacerlo con mucho sufrimiento después de haber retomado las drogas duras. Tengo claro que algo me ha sucedido, porque hay un antes y un después evidente. Entiendo que ese algo es muy difícil de diagnosticar, porque al no tener sensibilidad en casi ninguna parte del cuerpo, no presento más síntomas que el dolor neuropático, pero no consigo transmitir esa idea a los médicos, que en vez de intentar averiguar qué me pasa, se limitan a recetarme medicamentos.

Para mayor desgracia, han cambiado a mi médico de cabecera, que llevaba conmigo desde el derrame en la médula y era de los pocos profesionales que se preocupaba por mí. Además me han retrasado mi cita de revisión en el Hospital de Parapléjicos de Toledo de febrero a junio; y no sé por qué: en Toledo echan la culpa a alguien de Valladolid (sin especificar), y en Valladolid nadie sabe nada. Otro día hablaré de los médicos…

Museo Nacional de lo Accesorio y lo Irrelevante

Una de mis primeras traducciones; hoy la veo encarnada en la casa de mi madre

A pesar de haber recuperado lo suficiente del brazo y la mano, los dolores me impiden vivir solo, así que sigo en casa de mi madre. No está siendo fácil; estaba consiguiendo desconectar y otra vez me estoy viendo arrollado por su mundo pesimista y deprimente. Ella está mejor —físicamente—; aunque yo no era partidario de traerla a casa, debo reconocer que no ha acabado siendo el desastre que me temía. Sin embargo, mi hermano sigue confiando en que mejore y eso no va a ocurrir con una dolencia como la suya, y mucho menos con el total abandono al que se está sometiendo.

Yo en cambio he vuelto a asumir el rol de personaje secundario, incluso después de esto tan grave que me ha pasado. Mi madre siempre se las arregla para ser el centro de atención, tanto cuando está, como cuando no: en las conversaciones de la comida, en las discusiones, por las noches cuando el volumen de su televisor no me deja dormir… Y yo necesito ser protagonista al menos en esta fase de mi vida. Necesito preocuparme por lo que me está pasando.

Aparte, es duro volver a una casa con tantas trabas a la movilidad. Apenas puedo moverme entre parte de mi habitación, parte de la cocina y parte del salón. Casi todo está fuera de mi alcance. La casa de mi madre es un museo lleno de trastos viejos de mis padres que jamás se volverán a usar, pero cuando intento tirar/trasladar/vender algo, me enfrento a mi hermano Carlos, y prefiero no discutir.

En fin, tengo que ponerme bien para poder huir de casa de mi madre. La vida ofrece muchas cosas estupendas, incluso para alguien en mi estado y necesito salud para poder disfrutarlas.

Antes de despedirme, quiero pediros disculpas por estar tan ausente estos últimos meses. Cuando estoy mal anímicamente, no me gusta contagiar a los demás. Por el mismo motivo, quiero dar las gracias de corazón a todos aquellos que me habéis dedicado algo de tiempo en estos malos momentos.