Música: Entre dos aguas, de Paco de Lucía
Juego: Between Two Cities, de Ben Rosset & Matthew O’Malley

 

Esta última semana ha sido muy intensa. Me han pasado muchísimas cosas, pero no termino de cerrar los asuntos pendientes. Es increíble lo mucho que se complican, una y otra vez. En fin, voy a procurar ser breve y centrarme en lo importante.

Dos buenos mostachos

A pesar del ajetreo, siempre se encuentra un ratito para apoyar una buena causa

Era evidente que esta del Black Friday iba a ser una semana peligrosa para los manirrotos (sí, ya he asumido mi nueva condición). Ya empezó mal, el lunes me compré una casa y a partir de ahí, la cosa no hizo sino empeorar.

Bromas aparte, lo cierto es que los primeros días logré contenerme con una austeridad digna de un monje. Pero al final la cabra tira al monte y las personas de voluntad débil a su perdición. Podría esgrimir algunas excusas, pero lo cierto es que me he gastado más de lo que debía y de lo que puedo permitirme, según mi nuevo nivel de ingresos (y de gastos sanitarios).

Es un problema que debo controlar con mi voluntad. Debo atajarlo ya, de raíz, no puedo seguir seguir mirando a otro lado, por mucho que vrea merecerlo, lo necesite, o pueda permitírmelo. No puedo seguir confiando en que voy a ser capaz de controlarme cuando me ponga a ello. Diciembre es tradicionalmente un mes de muchos gastos, pero para mí este año no va a serlo. Voy a publicar todos mis gastos, sin excepción. Me servirá como penitencia y, sobre todo, para tomar consciencia de la magnitud de mi problema.

 

Sección sobre las obras de adaptación de mi casaYa soy propietario (más bien co-propietario, con el banco). El proceso de compra del piso fue como la seda y el que será mi nuevo banco durante bastantes años se ha portado muy bien. Acerté al apostar por la confianza. Debido a mis limitaciones, no he podido volver a entrar en mi casa, pero ahora toca planificar y realizar las reformas  y sospecho que va para largo. Intentaré no ponerme nervioso ni preocuparme, porque tengo otros temas más urgentes e importantes.

 

He visto la que será mi nueva moto, pero todavía no me la he podido llevar; necesita más ajustes. La verdad es que no tiene una gran pinta, pero espero que el aspecto sea engañoso. De momento, todo apunta a que me he equivocado al elegirla.

 

Estoy muy contento porque he podido asistir a unas jornadas de juegos de mesa, gracias a mis amigos, que me llevaron. Se trata de Ludolaguna, un evento que ayudé a organizar durante varios años, y ahora he podido disfrutarlo como asistente, aunque solo fuera durante una tarde (larga, eso sí). Lo he pasado genial, pude disfrutar de juegos nuevos y viejos y encima se produjo la extraña circunstancia de que gané a todo lo que jugué. Otro día os hablaré de este tema.

 

Sección sobre mi estado de saludY para terminar, una de cal y una de arena de temas médicos. La semana pasada no os conté —ya era una entrada muy larga— que una amiga enfermera resolvió parte del misterio de la orina desaparecida: me habían cambiado ligeramente el nombre, unido a otros problemas de índole informática. El caso es que encontró dos de los análisis perdidos. El que falta tiene toda la pinta de ser una negligencia médica. Pero lo importante es que gracias a ella, ya sé a dónde van a parar los resultados de mis controles de orina.

Y hablando de negligencias médicas, me la han liado parda con el último análisis de orina en Urgencias. Ya os lo contaré con más detalle, pero el caso es que me han tenido que reiniciar el tratamiento de antibióticos y entre las dos que me han tramado, voy a estar 27 de los últimos 30 días tomando antibióticos, cuando solo tenía que haberlos tomado durante 10. Ya me noto muy débil, y todavía me quedan unos cuantos días. Lo que más rabia me da es que precisamente ahora que las infecciones me están respetando más y podía pasar un tiempo sin antibióticos, llegan los errores médicos y me atiborran con ellos más que nunca.

 

PD: ¿Os acordáis del concurso de la camiseta? ¡Pues ya tengo los resultados! A ver si puedo publicarlos la próxima semana.

 

 

 

 

Llevo dos semanas intentando escribir una entrada sobre uno de mis últimos ingresos hospitalarios, pero como no consigo un texto convincente, me desanimo y lo dejo. Así que finalmente he decidido empezar de cero y hablar de otros temas más divertidos (para mí). Eso sí, la historia del ingreso me la guardo para contarla otro día y de otra forma, porque tiene «telita»…

Igor sonríe

Jefe, visto el nivel que hay, me voy a meter a médico

Sección sobre mi estado de saludSí, he pasado un par de semanas complicadas. Un primer ingreso hospitalario sin diagnóstico y con recuperación «milagrosa» del que ya os hablaré, y la semana siguiente una infección de orina que prometía otro ingreso hospitalario de varios días, pero conseguí que me mantuvieran en observación y al día siguiente me dieran el alta para seguir el tratamiento en casa. Desgraciadamente, las ambulancias estaban demasiado ocupadas con casos más importantes que devolverme a mi casa, y durante la espera empeoré mucho y tuve que quedarme. Gracias a mí, el médico de turno aprendió cómo se anulan las altas médicas. Al día siguiente volví a la carga para que me dieran el alta y pese al mal pronóstico que había forjado el precedente del día anterior, volví a lograrlo, con la promesa de que volvería a Urgencias si empeoraba. Esta vez no quise arriesgarme con las ambulancias, llamé directamente a mi hermano (el del máster en Columbia) y me hizo el favor de ir a buscar mi silla y rescatarme del hospital. Habían sido dos días duros, enfermo e incómodo en Urgencias, pero al menos no me ingresaron: es mejor dos días muy malos que una semana mala. Y en todo caso, he batido mi récord: 62 días sin infecciones. ¡Hurra!

Saliendo del hospital

Puede que nos quiten la vida… ¡¡PERO JAMÁS NOS QUITARÁN LA LIBERTAD!!

Ya en casa pasé dos días complicados; debería haber vuelto a Urgencias, pero sabía que eso supondría el ingreso automático, así que hice de tripas corazón. Justo hoy termino el tratamiento fuera del hospital y he podido disfrutar de unos días plenos, gracias a Claudia, que me ha llevado por todo Valladolid. Cierro el tema médico anunciando que he dejado la droga (el derivado de la marihuana) porque por ahora aguanto los dolores un poco mejor, y he dejado los anestésticos porque la Seguridad Social ha dejado de subvencionar los parches y cuestan un riñón. Vamos a ver cómo me va sin lo que eran dos de mis pilares contra el dolor.

Mi vida sigue adelante. Estamos vendiendo la casa de mi abuela y yo estoy cerrando la compra del piso que os anuncié. Si nada se tuerce, la próxima entrada la publicará el propietario de un bien inmueble. La búsqueda de la hipoteca ha sido toda una aventura. Al final acabé renunciando a un pequeño interés en favor de la confianza. Mi idea era la firma de la hipoteca se produjera poco después de la sentencia del Tribunal Supremo, para que si esta era favorable a los clientes, no me tocara pagar el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados y el banco no pudiera repercutirme dicho impuesto con una subida del tipo de interés (como ya han hecho todos) porque ya tenía una oferta de hipoteca en firme. Al final la firma de la hipoteca se retrasó un poco, pero por fortuna también lo hizo la decisión final del Supremo. En fin, que en parte por mi astuta planificación y en parte por pura chiripa me voy a ahorrar el IAJD. Mi primo me ha avisado que los bancos suelen jugársela a los clientes justo durante la firma, delante del notario, así que espero haber acertado al apostar por la confianza… La próxima semana os cuento la conclusión.

Ansia viva

¡Compras a la vista!

¿Recordáis que la semana pasada os hablaba de mi posible adicción a las compras? No fue una de las encuestas más populares, pero el voto estuvo repartido. Algunos apostasteis por mí… Pues hicisteis mal. Ahí sigo, enganchado… No compro tanto como antes, pero ya no tengo excusa. He decidido imponerme un castigo ejemplar (y espero que divertido para vosotros), del que seréis testigos más adelante. Pero sigo teniendo un problema con las compras compulsivas que debo corregir. Y la próxima semana es el Viernes Negro… A perro flaco todo son pulgas. Tengo que comprar unos chismecillos que acabaréis viendo por aquí, pero espero controlarme y no comprar más. También os lo cuento el próximo «finde».

Y también os he hablado varias veces de la moto para la silla. Finalmente me decidí por un modelo concreto y la encargué hace unas tres semanas. Me han dicho que ya ha salido de fábrica hace unos días y la tendré en mis manos el lunes, o el martes a más tardar. Estoy un poquillo asustado, porque en vez de quedarme con el modelo que se compra todo el mundo, he apostado por una marca desconocida. Esta vez la he pedido a la ortopedia de ASPAYM, porque se volcaron conmigo y hasta me trajeron un modelo distinto para probar este verano. Además, como están por todo Castilla y León, pensé que tendrían más experiencia en el tema de las motos para sillas, aunque al final la marca que he elegido no la tiene nadie. Es decir, que me puedo pegar un buen batacazo (en sentido figurado, además de los que me lleve en sentido literal a lomos de la propia moto), porque es un chisme caro.

Si pincháis en el enlace a YouTube podréis leer una pequeña historia del vídeo.

A ver quién es el primero en encontrar el guiño cinematográfico en esta entrada (Igor no cuenta). ¡Es muy fácil!