14 de julio: historia de unas manos


Música: Piano Man, de Billy Joel
Juego: Operación, de Marvin Glass y John Spinello

 

Las manos eran la parte de mi cuerpo que más me gustaba: con unos dedos finos, largos —de pianista o cirujano, decían— y muy ágiles, acostumbrados a hacer malabares con los bolígrafos y los cigarrillos encendidos.

Piano woman

Imagen © Mike Kemp/Tetra Images/Corbis

El derrame las dejó prácticamente paralizadas. Movía los brazos y las muñecas, sin fuerza, pero más o menos bien; sin embargo, las manos eran otro cantar: tenía tan poco control sobre los dedos que no me valían para nada. Tenían que darme de beber, no podía cerrarlos para coger mis pastillas, ni tenía fuerza para agarrar el móvil. Y si me lo acercaban, tampoco era capaz de apretar los botones para activar la pantalla. Y si me lo encendían, no tenía precisión para pulsar los botones en pantalla. Resultaba tan frustrante, que salí de todos los grupos de WhatsApp y no volví a encender el móvil en meses.

Sección sobre rehabilitación y fisioterapiaUn amigo me trajo unas bolas de espuma para que ejercitara mis manos estrujándolas. Era increíble: no podía deformarlas lo más mínimo, así que las dejé olvidadas. Hasta que llegó mi primo y me puso una serie de ejercicios diarios. Mi primera fase de rehabilitación se centró en las manos, la fuerza de los brazos y la respiración.

Una pelota de espuma para hacer fisioterapia

La puta bola de los cojones… Ahora se la he regalado a la perra

Llegó a ser desesperante, porque a pesar de que me forzaba para repetir las series varias veces al día, no notaba la más mínima mejoría. Durante las etapas de mis dos primeros meses —en Valladolid— que pasé en la planta del hospital, venía una fisioterapeuta y dedicaba la mitad del tiempo a mis manos, intentando activar todos sus músculos. Luego mi hermano contrató a otra privada para así poder hacer dos horas diarias de fisioterapia.

Reaprendiendo a escribir a máquina

Mecanografía: aburrida y frustrante

Aquello sí que fue duro: enfermo, con fiebre alta y a menudo en medio de delirios, no podía mover los músculos que ellas me pedían. Y así me fui de Valladolid al Hospital Nacional de Parapléjicos (HNP), para iniciar la rehabilitación en serio.

Cuando empecé con la terapia ocupacional —que a pesar de su nombre dedicó el 95% del tiempo a las manos—, pedí más y más tiempo, y llegué a hacer dos horas de terapia ocupacional, todos los días, cuando lo normal era media hora.

Músculos atrofiados

El hueco que se forma en las palmas se debe a algunos de los músculos que he perdido, y que se han atrofiado

Y enseguida llegaron las tres horas de actividades opcionales de la tarde, que casi nadie aprovechaba. Yo me lancé sobre los ordenadores, busqué cursos de mecanografía online y dediqué dos horas diarias durante cuatro meses a reaprender a escribir a máquina, para poder volver a trabajar (la otra hora la pasaba jugando al ping-pong, que me ayudaba a potenciar la fuerza de agarre de mis dedos).

Aquello también fue duro. Lo que apetecía era salir a la sombra a tomarse un refresco, charlar con la gente y descansar de la dura fisioterapia de la mañana. Ni siquiera me acerqué a mi objetivo de escribir a máquina como antes, pero todas aquellas horas le sentaron muy, pero que muy bien a mis manos.

Lo pienso ahora y es brutal la cantidad de tiempo que dediqué a las manos en el HNP. Pero me habían dicho que al principio es cuando más se puede recuperar, y no podía dejarlo para «más adelante». Imagino que también habré recibido un poco de ayuda de la naturaleza. ¡Gracias, naturaleza!

Un señor del mal

Ahora tengo las garras de un auténtico señor del mal. ¡Temblad, mortales! Muahahahahaahaha…

Incluso hoy en día, pudiendo dictar al móvil y al ordenador, sigo obligándome a pulsar los botones o el teclado para escribir, aunque tarde más. Y ya me conocéis, sigo queriendo hacerlo casi todo yo, así que aunque no lo creía posible, mis manos han seguido mejorado desde que regresé de Toledo.

Hoy ya no tengo manos de pianista ni de cirujano; son más bien torpes. Tienen la forma de «garras» característica de los tetrapléjicos. Puede que ya no sean tan bonitas y estén llenas de heridas y cicatrices. Pero siguen siendo la parte de mi cuerpo de la que me siento más orgulloso, porque disponen de una movilidad extraordinaria para ser tetrapléjico. Y lo mío me ha costado. No solo soy capaz de firmar, sino que puedo escribir con una letra más reconocible que la de mi otro hermano (el médico, je, je).

Esta mejoría se retroalimenta, porque como cada vez manejo mejor las manos, cada vez hago más cosas y eso supone más ejercicio para ellas.

Sección sobre mi estado de saludY eso me ha hecho pensar: mi malestar también se debe estar retroalimentando. Los dolores no me permiten hacer rehabilitación, y el no hacer rehabilitación me hace empeorar y tener más dolores. Al día siguiente de llegar a esta conclusión, hablé con un amigo tetrapléjico de Murcia al que le estaba pasando justo eso: las miles de cosas que tiene que hacer y trámites que pasar (ya he pasado por esa etapa y os he hablado abundantemente de ello) no le dejan tiempo para hacer ejercicio, y se encuentra peor.

Igor también sonríe

Igor dice que las garras me sientan bien

Así que he tomado una decisión: voy a comprar una tumbona ancha en Viana y la voy a usar a modo de camilla para hacer ejercicios, por muchos dolores que tenga y aunque sea lo único que haga en el día. Ya os contaré si lo logro y cómo me va.

Y ha llegado la hora de la encuesta de la semana. Esta vez podéis elegir más de una respuesta.

¿A quién me hacen parecer mis garras?

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5 comentarios

  1. Me encanta el comienzo del blog:»las manos eran la parte de mi cuerpo que más me gustaba «parece el comienzo de una novela de Thomas Mann y lo que sigue no tiene desperdicio…
    Es apasionante como el protagonista ( Miguel) va plantando cara a sus limitaciones y en vez de abandonarse en el desánimo y la apatía se crece ante lo que parecía imposible de lograr, el que sus manos recuperen su antigua movilidad y para ello insiste, resiste y persiste!!
    Al final sucede lo que había soñado, y el protagonista se convierte en un gran escritor tecleando sin parar las letras del móvil con gran destreza, para deleite de los que seguimos sus hazañas.
    Ahora se plantea un nuevo reto, mejorar de sus dolores con ejercicios de rehabilitación en su camilla.
    A esto, yo añado, que no me queda la menor duda de que vas a mejorar, pues nadie mejor que tú para conocer tu cuerpo y cómo mejorarlo.
    Mucho ánimo campeón, el verano es un tiempo precioso para el ejercicio al aire libre y Viana un sitio maravilloso para practicarlo!!
    Un beso 😘

    1. Muchas gracias, Pilar. Tus comentarios son más apasionantes que mis textos, sin duda. ¡Y eso que está es una de mis entradas favoritas! Que lo paséis muy bien vosotros también por tierras orientales 😀

    1. Muchas gracias por tus ánimos y confianza, Sergio 😀
      A veces pienso que soy imbécil, pero aunque nada funciona, sigo probando una cosa tras otra creyendo que me va a ir bien :p

      1. Y así debe ser: seguir y seguir aunque sea por pura terquedad. Igual piensas que es muy fácil decirlo desde fuera pero ahí va: tener objetivos, grandes o pequeños, hacen que la lucha tenga sentido y se hace con más esperanza. Sabes que ese esfuerzo tendrá su recompensa, que es mitigar los dolores. Llevará más o menos tiempo, pero llegará. Esa es la luz al final del túnel. En medio habrá focos apagados pero otros estarán encendidos, esos son los que te darán la fuerza para seguir y salir del túnel. Ánimo, tú puedes conseguirlo!!!! Yo sé que tú puedes!!!!

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