4 de junio: la salud es lo primero

Música: Nothing Else Matters, de Metallica

Juego: La noche que cayó Pompeya, de Klaus-Jürgen Wrede

 

Antes de empezar, quiero pediros un favor: si alguna vez me lleváis en coche y plegáis las ruedas antivuelco, acordaos de desplegarlas al montar la silla. Ya sabéis que soy muy despistado y además las tengo en la nuca, así que no siempre me doy cuenta. Ya me he dado un par de toñacas y aunque mis reflejos de felino me han salvado de sufrir males mayores, creo que es mejor no ponerlos a prueba.

Sección sobre mi estado de saludOs voy a adelantar que en la primera encuesta de la anterior entrada -sobre la batalla entre las bacterias del eje y mis defensas aliadas- fallasteis todos. Fallamos, porque yo estuve sintiendo los efectos de una infección leve durante cuatro días, pero confié en mi organismo, inocente de mí (y de vosotros), y no fui al hospital. Mientras aguantaba seguro de la victoria aliada, las malditas bacterias construían armas de destrucción masiva al amparo de la oscuridad de los recovecos más recónditos de mi cuerpo. Y el viernes dispararon todas esas armas a la vez. Contra mí. Las muy cabronas. Contra mi organismo, que las ha alimentado desde que eran pequeñas…

La batalla de Hoth

La histórica y famosa batalla de Hoth, en la que la Alianza Rebelde también mordió el polvo ante las infames tropas imperiales, y estuvo a punto de caer definitivamente

El resultado fue una bonita sepsis crítica que me provocó una subida repentina de la fiebre; en Urgencias me estabilizaron casi con 41 grados. Según ellos, la tontería había estado a punto de costarme la vida. Estuve doce días hospitalizado antes de seguir el tratamiento antibiótico en casa. Ya estoy bien de la infección, pero los dolores neuropáticos han alcanzado nuevas cotas de insoportabilidad. Al padecer de nuevo la pasividad de los médicos, que escurren el bulto en cuanto me ven, yo también he alcanzado nuevas cotas, pero de cabreo. He conseguido iniciar nuevos procesos para que busquen lo que me pasa. No sé si lo harán o seguirán pasando de mí, pero al menos yo les voy a dar guerra…

Por eso he decidido haceros un resumen de mi situación médica actual, que hoy por hoy, es lo que más me preocupa, de largo. Sin embargo, sería injusto poner a todos los médicos en el mismo saco, así que antes de meterme en harina, quiero salvar de la quema a la mayoría de los internistas y los rehabilitadores que me han tratado, así como a los médicos (y resto del personal médico) que me atendieron en la UCI del Río Hortega cuando sufrí el infarto medular. Me hicieron sentir afecto en un momento de especial necesidad, se portaron fenomenal conmigo. Hace poco fui a visitarlos para darles las gracias por todo aquello y debo reconocer que se me cayó alguna lagrimilla. Un año después, todavía se acordaban de mí con mucho cariño. Me dijeron que había sido un caso muy complicado y me contaron algunas cosillas que ya os diré algún día. Poco a poco voy reconstruyendo los vacíos de aquellos dos primeros meses… Como cuando en este último ingreso, al cabrearme solicité que me hicieran fisioterapia durante mi estancia, y la fisio que me ayudó hace un año se enteró de que había vuelto y vino a verme en un hueco libre; yo había olvidado aquellas horas de fisioterapia en las que apenas podía mover un músculo de mi cuerpo y estaba consumido por la fiebre alta. ¡Aquello sí que fue duro! ¡Lo de ahora está chupado!

La hoguera de los malos médicos

La hoguera de los malos médicos

También he de mencionar a los de Urgencias que me atendieron en este último ingreso. Además de salvarme la vida (que admitámoslo, ya es un buen punto de partida), me trataron fenomenal. Cuando consiguieron bajarme la fiebre lo suficiente como para que pudiera hablar con un mínimo de coherencia, estuvimos charlando un buen rato. Yo creo que me cogieron cariño, y la médico estuvo mirando unas cosas y me habló de un protocolo que seguir para luchar contra las infecciones del que os hablaré unas líneas más abajo.

El resto de los médicos que me han atendido en Valladolid, a la hoguera. La mayoría de ellos han llegado hasta mí a través de interconsultas mientras estaba ingresado y hay miembros de muchos departamentos. Son médicos que pasan de mí, como las urólogas que me vieron después de mi cuarta infección de orina en tres meses, que miraron una simple ecografía, me dijeron que no habían visto nada raro y se largaron tan tranquilas. Yo no soy urólogo, pero creo que algo más podían haber mirado; teniendo en cuenta que los sondajes son el principal foco de infección ¡al menos podían haber comprobado si sabía sondarme bien!

Mujeres disfrazadas arrojando piedras

¿Médicos que pasan de sus pacientes? ¡Al carrer!

Pero bueno, hoy quería resumir mi estado de salud. Varias entradas atrás os dije que mis dos grandes caballos de batalla eran las infecciones y el dolor neuropático. Lo siguen siendo.

INFECCIONES

Desde que llegué a Valladolid, me he pasado casi la mitad del tiempo en el hospital con infecciones de orina y casi la otra mitad en casa, con tratamiento de antibióticos o convaleciente. La verdad es que no me hacen sufrir mucho, son sólo dos o tres días malos, porque los antitérmicos y los antibióticos no tardan en surtir efecto. El mayor problema es que los tratamientos con antibióticos son largos y sus efectos permanecen bastantes días después de tomarlos, así que casi encadeno una infección con la siguiente. Los antibióticos actúan sobre un cuerpo ya debilitado y con una capacidad pulmonar limitada, y me dejan más débil que una abuelita reumática; en cuanto hago un esfuerzo, me asfixio, hiperventilo y los nervios me hacen entrar en una crisis de ansiedad. Y el mayor peligro es que las bacterias se acaban habituando a los antibióticos y, a este ritmo de infecciones, dichos antibióticos no tardarán en dejar de ser eficaces.

Anciano en silla de ruedas

La vida sobre ruedas

La perspectiva ha empeorado recientemente. Tras mucho rogar, me permitieron pasar la penúltima infección en casa con un tratamiento antibiótico oral y una sonda fija. Pues la sonda fija me ha destrozado la vejiga. Antes retenía la orina hasta que estaba a punto de reventar. Ahora retiene mucho menos, enseguida abre el esfínter. La consecuencia es que antes me sondaba cuatro veces al día, y ahora debo sondarme seis. Un 50% más de sondajes se traduce en un 50% más de riesgo de padecer infecciones. Además de los trastornos sociales que ocasiona: he tenido que desenterrar los pañales, cuando salgo de casa corro el riesgo de mearme encima, debo despertarme a media noche para sondarme, si estoy más de cuatro horas seguidas fuera, tengo que sondarme por ahí (hay que llevar todo el equipo, es mucho más difícil sondarse sobre la silla, debo encontrar un lugar discreto y que cumpla los requisitos higiénicos…). Sé que es normal que una vejiga tarde en volver a acostumbrarse al funcionamiento habitual después de haber tenido una sonda fija, pero me he informado y las más de tres semanas que llevo es un tiempo de recuperación muy exagerado.

Por supuesto, no dejo mi salud solo en manos de los médicos, también es mi responsabilidad, y he tomado medidas al respecto:

  • [Los médicos] Me han dicho que es normal padecer más infecciones al principio, hasta que tu cuerpo se acostumbra, pero yo no termino de «comprar» esa idea que me venden. Mis compañeros de Toledo apenas sufren infecciones. ¿Por qué yo sí?
  • He preguntado a compañeros para y tetrapléjicos qué hacen para evitar las infecciones (qué mejor que preguntar a gente que lleva años en mi situación). Me han hablado de arándanos secos, frutos rojos, y una medicina natural llamada «D-manosa». Los médicos y aseguran que no hay pruebas clínicas que demuestren su eficacia (justo lo contrario de lo que veo en Internet, me cuentan los compañeros y leo en los prospectos). Ante la duda, yo tomo los unos y los otros. Por si acaso, oiga.
  • Los sondajes son el principal foco de infecciones. Para los tetrapléjicos es difícil sondarse, porque requiere manipulación fina y no puedes jugar con la higiene. Ya os conté que el hecho de conseguir sondarme fue todo un hito, ya que muchos no son capaces y se ven obligados a recurrir a una sonda permanente. Pues he logrado llegar más allá y después de practicar, he conseguido desarrollar una técnica con la que casi nunca necesito tocar la sonda. Puede parecer una tontería, pero yo estoy muy orgulloso, como los niños que aprenden a nadar: «¡Mamá, mira cómo nado!».
  • Durante mi última estancia en el hospital, aproveché mi estado de debilidad y mareos para pedir a algunas enfermeras que me sondaran y así poder comprobar si hago algo mal y quizás aprender alguna cosilla que otra. ¡Resulta que todas lo hacían peor que yo! Pero bueno, al menos reconozco que he aprendido una cosilla.
  • Por supuesto, he extremado las medidas de higiene y asepsia durante los sondajes. No me extiendo sobre esto, tendréis que fijaros de mí.
  • También estoy mirando otros tipos de sondas que puedan ser más fáciles de usar, pero ahora que me siento tan cómodo con las actuales, no me atrevo a realizar el cambio.
  • He puesto en marcha el protocolo del que me habló la médico de Urgencias. Afortunadamente, mi nueva médico de cabecera es un sol y le ha dado el visto bueno. Cada una o dos semanas, llevaré una muestra de orina a mi Centro de salud para que hagan un cultivo. Quizás no me sirva para evitar las infecciones, pero cuando las sufra será más fácil identificar a la bacteria invasora y adaptar el antibiótico.

DOLORES NEUROPÁTICOS

El grito, de Eduard Munch

¡Me dueleeeeeeeeeeee!

Ya llegué de Toledo con dolores, pero estos han ido incrementando en intensidad paulatinamente, hasta llegar a un punto en el que solo puedo dormir en una posición (¡Peligro! Los cambios posturales son necesarios para evitar la aparición de escaras, nuestro enemigo más temido) y no puedo apoyar la zona lumbar, porque el dolor aumenta hasta el punto de sentir mareos fuertes casi inmediatos, empezar a hiperventilar y sufrir las consabidas crisis de ansiedad. Todo esto limita muchísimo mi actividad en la silla de ruedas: para evitar apoyar la zona lumbar me reclino hacia adelante y apenas puedo propulsarme. Antes había días que recorría tres o cuatro kilómetros; hoy raro es el día que logro pasar de los cien metros. ¿Qué he hecho al respecto?

  • Estoy practicando técnicas respiratorias para evitar la hiperventilación durante las crisis de ansiedad. Me han dicho que puede ser muy peligrosa.
  • Intento reconocer las situaciones de riesgo y procuro evitarlas. Esto supone reducir mucho mi actividad y como soy un culo inquieto que no puede parar de hacer cosas, me cuesta bastante y a veces no lo consigo.
  • Le he pedido a mi médico de cabecera que me recete un tranquilizante que pueda llevar conmigo siempre por si me entra una crisis en un lugar incómodo (básicamente, cualquier lugar fuera de una casa).
  • Durante el último ingreso, pedí que reabrieran consultas con determinados especialistas.
  • Aunque no sea médico, he estado pensando, investigando y haciendo cábalas sobre las posibles causas de estos dolores. Podrían deberse a la cama (o más bien «las camas», porque los patrones de dolor no cambian significativamente en el hospital), podrían ser mis viejos dolores de espalda, agravados por las posturas que me veo obligado a tomar, o incluso podría ser aquel dolor raro que padecí durante seis años, el que creo que me provocó el infarto.
  • El Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo es mi gran esperanza. Allí investigan y tratan a un montón de lesionados medulares al año. He vuelto a llamar al médico que me trató para pedirle que adelante la revisión que tengo programada para dentro de siete meses, o al menos me conceda una cita normal para exponerle mi caso. Me ha prometido que lo hará.

Como habréis notado, desde que salí de Toledo no he hecho más que empeorar. No soy tonto, sé que padezco una condición muy chunga y cómo puedo acabar. Lo sé, pero de momento consigo no pensar en ello.

Minions aplaudiendo

¡¡Hurra!!

Y termino con la gran noticia: me han llamado de Toledo. Mañana martes vuelven a ingresarme para la revisión. El médico ha cumplido su promesa; eso significa que al contrario que los otros, quiere tratarme y curarme, lo cual me hace ser optimista. Deseadme suerte, por favor.

¿Qué problema se resolverá antes?

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4 comentarios

  1. Miguel, creo que eres muy inteligente al poner sobre el tapete todos tus problemas, pues así, entre muchas cabezas pensantes capitaneadas por la tuya, que es la más lúcida, podremos llegar a una solución!!
    En primer lugar, lo de ir controlando las infecciones llevando una muestra de orina y si detectan infección, ya tener el cultivo idóneo que venza la bacteria es primordial.
    Para mí lo más peligroso de todo es la sepsis o infección máxima, eso lo tienes que vigilar y evitar a toda costa!!
    Prohibido cuando te sientas mal, hacerte el valiente y aguantar sin ir a urgencias pues eso solo agrava la cosa.
    En segundo lugar, yo creo que los dolores neuropáticos, pueden ser provocados por malas posturas, y por tirones que te das en la espalda al incorporarte de la cama o pasarte a la silla.
    Para eso, creo que es primordial que sigas con la rehabilitación, para fortalecer y muscular tus brazos que son tu herramienta más poderosas .
    El tener una cama adaptada es fundamental (que te digan que modelo de cama tienen en Toledo y donde se puede comprar y si puede ser con un colchón antiescaras, perfecto) !!
    No quieras siempre aguantar hasta el límite, porque eso no vale para nada y encima es contraproducente, porque agrava tus dolores.
    Y lo más importante: llévate una lista con todos tus síntomas y problemas que te preocupen para que no se te olvide preguntar todas tus dudas.
    Mucha suerte !!
    Confía en que todo va a salir perfecto!!
    Besos 😘

  2. Muchas gracias por tus consejos, Pilar 🙂

    Lo de las infecciones tienes toda la razón. Llevaré las muestras hasta que me vaya a Viana. Luego veré qué se puede hacer. No volveré a hacerme el valiente. Lección aprendida.

    El problema de la rehabilitación es que tengo que apoyar la espalda, y eso me aumenta mucho el dolor. Pero creo que tienes razón. Mis brazos ya están fuertes porque no he dejado de usarlos, pero debo hacer más ejercicio y movilizar otras partes del cuerpo. Voy a intentar preguntar en Toledo.

    Lo de la cama ya veremos. Es verdad que todos mis compañeros se han comprado o van a comprar una, pero yo sigo emperrado en probar una normal. Hasta que no lo haga no me convenceré.

    Y la lista ya está hecha, gracias a tres amigos que me ayudaron a redactar una presentación clara y ordenada de mi caso. Hoy la he probado con una neuróloga y creo que está bastante bien. Es justo lo que necesitaba.

    Vamos a ver qué pasa en Toledo. Voy con muchas esperanzas 🙂

    Un besote!!

  3. Hola Miguel, lo primero feliz cumpleaños 😜

    Y me alegro un montón de que vayas a Toledo, eso son buenas noticias . Espero con ganas que nos cuentes que tal allí, estoy seguro de que podrán ayudarte.

    En cuanto al resto, como no soy médico no te puedo ayudar, salvo en una cosa. Yo de jovencito tenía asma a causa de la alergia a las gramíneas. El caso es que durante los años que duró la vacunación los meses de primavera tenía muchos ataques de asma, y además jugaba a fútbol.

    Al principio eran un suplicio, y me costó, pero aprendí a lidiar con la falta de aire y a evitar los ataques de ansiedad. Se que no es fácil, pero con el tiempo y fuerza de voluntad, se puede controlar la sensación de que no puedes respirar, entrenar el control de la respiración y así evitar hiperventilar, que es lo peor de todo porque solo agrava el problema.

    Yo sé que tú puedes, y aunque no es fácil, es cuestión de tiempo que lo logres.

    Mucho ánimo!!!!

    1. Muchas gracias, Sergio 🙂

      Es un gran consejo, y tienes mucha razón al decir que la hiperventilación empeora el problema. El mismo consejo me dio una enfermera una de las veces que estuve ingresado.

      Creo que estoy haciendo progresos en ese sentido, porque no he vuelto a necesitar tranquilizantes. También voy conociendo mejor mi cambiante situación y procuro evitar las situaciones que lo provocan.

      Un abrazote!! 😀

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