Música: Cantina Band, de John Williams
Juego: Discoveries, de Cédrick Chaboussit
Estoy enfermo. No sé qué me pasa exactamente porque no tengo sensibilidad y los síntomas se confunden, pero noto que mi cuerpo está mal. También han regresado los dolores neuropáticos, pero a pesar de todo, logro mantenerme activo. Ya solo estar fuera del hospital es una alegría y además he podido hacer muchas cosas, algunas de ellas nuevas y emocionantes, como ir al teatro o salir a comer fuera. También me estoy adaptando mejor a la casa de mi madre y la casa a mí; la silla me permite maniobrar y moverme mejor y se me han abierto nuevos espacios. Y por supuesto, la compañía de la perrita cuando tengo que estar en casa siempre transmite alegría.
La semana pasada os estaba hablando de ASPAYM. Confirmo la impresión de mi primera visita: todos —empleados y pacientes— son simpáticos y amables. Todo el mundo te saluda y los que te conocen se paran para interesarse por ti, darte consejos, o ayudarte de alguna forma. Preguntas algo y si hace falta, se levantan y buscan a quien sea hasta conseguirte la respuesta. En concreto, la gente del PIRI es encantadora; siempre están danzando de un sitio a otro de la delegación de ASPAYM y cada vez que se cruzan conmigo se paran a charlar, a bromear, a proporcionarme alguna información interesante o a presentarme a alguien que me puede ayudar, siempre con una sonrisa en la boca. Gracias a ellos, las dos veces que he ido a ASPAYM he llenado mi agenda con nuevas cosas que hacer.
Pero yo había ido para hacer fisioterapia y debo decir que la primera impresión fue fantástica. Llevaba dos meses sin hacer ejercicio y tenía muchas ganas; disponen de un gimnasio excelente, con material comparable al del hospital de Toledo, y bastante personal. No voy a seguir porque parece que solo quiero decir cosas buenas; esperaré a tener más experiencias que juzgar.
Los autobuses y yo tenemos una sinergia especial, porque siempre que subo me pasa algo. Este último lunes fui a ASPAYM por tercera vez y me despisté en el primer autobús. No es que me pasara una o dos paradas; me salté ocho o nueve. Y no me pasé más porque llegó el final de la línea. En el segundo autobús no conocía el entorno, me entró miedo de pasarme de nuevo y me bajé antes de lo que tocaba; tuve que recorrer un kilómetro rodando con la silla.
La buena noticia es que pude hacerlo gracias a la silla nueva. La mala es que fui demasiado rápido porque llegaba tarde y acabé reventado, asfixiándome en el gimnasio, con la consiguiente crisis de ansiedad. Por bruto, no me dejaron hacer más ejercicios y al día siguiente me enviaron a un psicólogo a casa a ver si podía arreglar mi cabeza.
Además, mientras iba rodando con la silla, tuve un problemilla al cruzar una calle: se me salió un pie y quedó atascado entre la parte baja del reposapiés y
el bordillo, de forma que no me dejaba avanzar ni retroceder. Una chica que dijo ser fisioterapeuta detuvo su coche para ofrecerme ayuda. Resultó ser una amiga y profesora de pilates de mi prima, y me reconoció sin haberme visto ni siquiera en fotos. ¿A vosotros os pasan estas cosas tan raras?
Los conductores de los autobuses son muy amables, pero una vez estás dentro, se olvidan completamente de ti y reanudan la marcha. Hay que ser rápido y avispado para llegar hasta tu sitio y colocarte en una posición segura o acabas volcando. Otro problema con el que me he topado —del que ya me advirtieron unos amigos que hice en ASPAYM— es que no todos los autobuses tienen rampa para discapacitados —o la tienen pero no funciona— y no hay forma de saber cuáles no son accesibles con antelación. Tienes una cita, pero cuando vas a coger el autobús, no puedes subir y te toca esperar al siguiente (o a veces dos), y llegas tarde a la cita, que podría ser importante. Me parece bastante grave: deberían avisar con tiempo para que los discapacitados no tengamos que acudir a cada cita media hora antes solo por si el autobús de turno no tiene rampa. Imaginad que este problema afectara a todo el mundo; ¿no pondríais el grito en el cielo?
La silla nueva me está dando la vida. Lo confieso: estoy enamorado de ella. Tiene unas formas tan redondeadas… Una silueta tan estilizada… Es tan perfecta… Bromas aparte, además de caber en los ascensores, maniobrar con gran suavidad y ser más fácil de desmontar, me permite moverme con mucha más facilidad. Todavía debo aprender a controlar mis ansias, pero donde antes no llegaba a los doscientos metros, ahora puedo hacer kilómetro y medio. En casa ya no me despellejo los dedos al cruzar los umbrales, etc.
Me encanta estar activo y hacer cosas. Por ejemplo, la mañana del jueves (que es cuando estoy escribiendo este párrafo), después de las dos horas de sondajes/ducha/vestirme, acompañé a mi madre al nutricionista, fui a la farmacia, a mi banco, acompañé a una amiga que necesitaba ayuda a otro banco, fui a comprar una tarjeta de autobús y me monté en uno para cruzar la ciudad y acudir a mi cita con el rehabilitador en el Río Hortega. Con la silla anterior no podría haber hecho ni la mitad. Ahora estoy un poco cansado y con los dedos doloridos, pero muy satisfecho. Cada vez necesito menos ayuda para hacer las cosas. Son pequeñas victorias que voy consiguiendo. Y ya tengo planes para todas las mañanas y tardes de los cinco días siguientes.
Y hablando de pequeñas victorias, ¿recordáis cuando os hablaba de las zapatillas de cordones? No solo logré obtener bastante soltura para atarlos, decidí dar un paso más y comprarme unas botas (de cordones, por supuesto). ¡Pues prueba superada! Ya me manejo bastante bien para ponérmelas. Además, como no voy a gastarlo andando, puedo permitirme invertir un poco más en el calzado. Mi hermano me dice que me complico la vida innecesariamente con estas cosas, pero no me gusta ponerme límites y creo que estos esfuerzos me ayudan a conseguir soltura.
Me encanta leerte Miguel, transmites unas ganas de superación y un humor estupendo, un beso muy fuerte.
Y a mí me encanta leeros a vosotros, porque sin vuestro apoyo no habría conseguido ni la mitad 😀
¡Un abrazo muy fuerte!
Te envidio, no por la enfermedad que no se la deseo ni a ti ni a nadie, es tu forma de ser, que ya la veía cuando estábamos en el hospital de Toledo, ese no parar, estar en clase de informática y de repente te ibas a ping pong.
Eres una persona estupenda y me alegro de que nos cuentes las cosas que haces porque aun siendo muy diferente de caracteres me ayudas a soportar lo mío.
Ojalá estuviésemos cerca para que esa ayuda fuese real.
Gracias
Si ves que soy muy pesado no lo publiques. no quiero ser pesado ni por wasap ni por este medio.
Ya he descubierto cómo hacer que los mensajes se aprueben solos 😀
Y tranquilo, que no eres pesado, faltaría más!
La clave es aceptar lo que te ha pasado y vivir el presente. Una vez lo consigues, te das cuenta de que no te queda otra que vivir con lo que tienes y esforzarte para hacerlo en las mejores condiciones posibles. No es fácil, eso seguro 🙂
Confieso que me encanta la foto en que pareces un caballero renacentista, con tus nuevas botas con espuelas, con tu podenco portugués cogido y subido a tu corcel alado, que te llevará a vivir nuevas aventuras. Como ves, leer tu blog hace volar mi imaginación y sobre todo pensar que nada es imposible cuando uno se lo propone !!
Siento mucho que tengas dolores, pero seguro que con la fisioterapia y tu mente positiva los superarás.
Sigue con ese espíritu luchador y buscando nuevos retos.!!
Eres mi héroe.
Un beso
¡Sí que has dejado volar tu imaginación! He estado mirando retratos ecuestres renacentistas y creo que me quedo con el del conde duque de Olivares , aunque es más barroco que renacentista, como casi todos los retratos ecuestres.
¡Muchas gracias por esas palabras de ánimo tan bonitas!
¡Un beso!
Hola. Siento mucho todo lo que te está pasando, y dentro de todo eso, me alegro de leer cómo lo estás viviendo, y cómo te vas superando.
Gracias. Gracias por tus lecciones de vida. Gracias por demostrar lo que es la vida, y lo que es vivirla. Y gracias por hacerme reflexionar en lo que es verdaderamente importante, a mi en lo personal porque no puedo hablar por los demás.
Un fortísimo abrazo desde la distancia.
Vaya, qué sorpresa tan agradable 😀
No te preocupes por mí, todos tenemos nuestros problemas y a mí me ha tocado este; sea más o menos duro, yo ya lo he aceptado. Mucha gente lo dice con la boca pequeña, pero es cierto que lo más importante es la salud.
Espero que te vaya muy bien y a ver si nos vemos algún día. ¡Otro fuerte abrazo! 😀
Sí que la salud es lo más importante. Y sí que me preocupo, es lo que tiene apreciar a alguien. Oye, lees el email de siempre?
En serio, no tienes que preocuparte. Yo lo he aceptado bien desde el principio y sigo siendo feliz, de igual y otras formas 😀
Sí, tengo los e-mails de siempre. El viejo-viejo de yahoo no lo leo mucho. El que es igual pero de gmail es el que usaba para trabajar y miro más 🙂