Música: The Unforgiven, de Metallica
Juego: Gùgōng (The Forbidden City), de Andreas Steding
¿Habéis visto la serie Years & Years[1]? Narra la vida de una familia inglesa durante 15 años. Pues este mes me he sentido como uno de los protagonistas de esa serie, porque me han sucedido muchas cosas, demasiadas para un solo mes:
- Ha nacido mi sobrina, Elena
- ¡Mi moto ya funciona!
- Me he examinado para sacar un título oficial de inglés
- Fui a la celebración del 25º aniversario de mi promoción del colegio
- He cumplido un año más. Dado mi precario estado de salud, es algo digno de celebración
- Llegaron los calores veraniegos. ¿Los aguantaré mejor que el año pasado?
- Voy a asistir a mis primeras jornadas (unas convivencias centradas en los juegos de mesa)
- Una nueva infección
- Estoy adiestrando a mi perrita, Sirka.
- Boliche, otro nuevo animalico, entra en mi vida
- La relación con mi madre empeora más y más
No puedo contaros todo, así que me quedaré con algunas historias, resumiré otras y el resto quizás las cuente algún día.
Por fin nació mi sobrina, el día 28. La madre lo pasó un poco mal, pero las dos ya están bien, con el alta médica. Estamos todos muy ilusionados y yo me he quedado con muchas ganas de verla más, pero sé que todo llegará.
Mi moto por fin funciona a un nivel decente. Antes se desacoplaba cada poco y tuve varios accidentes. Me está dando una libertad tremenda, puedo ir por mi cuenta a casa de mis amigos, al cine… A casi todos los sitios. Ya llevo cerca de 200 km con ella.
¿Recordáis que uno de mis propósitos de este año era obtener un título oficial de inglés? Como me pierdo con toda esa pléyade de títulos de Cambridge, Oxford y demás, me fui a la Escuela Oficial de Idiomas de Valladolid y me apunté al examen para alumnos libres del nivel anterior al más alto, que resultó ser el B2. No quise examinarme del nivel más alto porque me dijeron que preguntaban un montón de chorradas y casos raros; además, los puntos de fonética los tenía perdidos y como soy mayoritariamente autodidacta, no tengo ni idea de mi nivel de inglés oral, pero seguro que no es muy bueno.
Me había propuesto preparar el examen, pero llegó el día D y no le había dedicado ni un minuto. Y para colmo de males, después de tres meses sin infecciones, me toca una justo el día anterior al examen. Decidí aguantar hasta el examen, y al salir directo con la moto a Urgencias, pues la Escuela Oficial de Idiomas me pilla de camino.
Llegué con un buen mareo por la fiebre; tanto que me confundí de aula; menos mal que al ir en silla de ruedas era fácilmente reconocible entre el maremágnum de estudiantes que habían venido a examinarse, y las profesoras me recondujeron al aula correcta. Cuando me dieron el examen, tardé en comprender las preguntas: había varias posibles respuestas, pero todas eran correctas. Había que elegir la más correcta, y eso era cuestión de pequeños matices y algo de subjetividad. El examen duraba cuatro horas, pero yo tenía prisa por ir al hospital, así que lo liquidé en una hora.
A pesar de todos los contratiempos, salí con buena impresión. En la puerta, una profesora se despidió «hasta el jueves». ¿Hasta el jueves? ¡Yo creía que el examen oral era la semana siguiente! En el hospital me iban a ingresar por la infección, me perdería el examen oral. Así que decidí volver a casa y automedicarme con los antibióticos que me habían sobrado de otra infección.
La jugada me salió bien. El jueves ya estaba prácticamente recuperado, aunque de nuevo llegué al examen sin prepararlo. Ya ni recuerdo de qué me hicieron hablar, solo que lo hice con un alumno joven que tenía un acento mucho mejor que el mío. El caso es que cuando llegué a casa y entré en Internet, ya tenía la nota total:
En definitiva, que fui un cagao. Debí apuntarme al nivel más alto. Pero quedémonos con lo positivo: ¡propósito cumplido!
También os dije que no sabía si ir a la celebración del 25º aniversario de mi promoción del colegio y os revelé mis miedos. Pues al final acudí. Y fue un gran acierto. Todos mis temores fueron infundados. Mis ex-compañeros trataron el tema de mi lesión con mucha delicadeza, incluso con cariño y me sentí fenomenal. ¡Se nota que fueron a un colegio de pago!
En serio, es un grupo en el que hay muy buena gente. Yo me llevaba bien con casi todos mis compañeros, pero siempre hay algunos con los que has conectado más y por avatares de la vida, pierdes el contacto con ellos. Aunque hubo notables ausencias, me hizo mucha ilusión volverlos a ver, me alegró mucho saber que les va bien en la vida. Lo peor fueron los lugares, de lo menos accesible de Valladolid. Pero con la ayuda que me prestaron, conseguí aguantar hasta pasadas las 0:00. ¡Más de 14 horas seguidas sobre la silla! Si se enteran en Toledo, me quitan el carnet de tetrapléjico[2].
El mes pasado anunciaba la llegada de los calores y me preguntaba si reaccionaría a ellos igual de mal que el año pasado. Pues ya tengo la respuesta: sí. Ya he tenido fiebres altas que han reproducido los problemas del año pasado, así que Carlos ya me ha comprado un aire acondicionado portátil para Viana, y quizás también para Valladolid.
Ahora estoy en medio de un viaje a Madrid que llevaba ya mucho tiempo dilatando por mis dolores y demás problemas. Voy a una consulta privada con un especialista en dolores, y ya he aprovechado para cumplir una promesa de visita que hice a un amigo de Toledo, que me ha acogido en su casa, y para asistir a las CLBSK, unas convivencias lúdicas de las que ya hablé el año pasado, pero finalmente no pude ir porque se celebraban en un recinto que era todo escaleras. Va a ser mi primera gran aventura fuera de casa. Espero no tener que volverme antes de tiempo con el rabo entre las piernas.
De esta y otras cosas hablaré el mes que viene. Os anticipo que viene cargadito.
[1]Serie que os recomiendo a todos. En solo 5 capítulos es capaz de definir a sus personajes con trazos firmes y precisos, con sus virtudes y defectos, sin por ello descuidar el desarrollo de una historia que pinta un futuro plausible y atrapa de principio a fin con su ritmo trepidante.
[2]Sé que estoy jugando con fuego. Y el que juega con fuego se quema. Sé que el día que me toque pagar estos excesos —con la temible escara o lo que sea— será un putadón tremendo. Espero que cuando llegue sea capaz de recordar lo mucho que he disfrutado las veces que he corrido todos estos riesgos y me he salido de rositas. No sé mañana, pero hoy prefiero morir intentándolo que vivir sin haberlo intentado.